La banca y la responsabilidad social

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

ADRIÁN BAÚLDE

18 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los bancos españoles han cerrado 3.300 sucursales en el último año, que serán al menos 2.000 más antes del fin del 2021. Desde el 2008, el número de oficinas se ha reducido en torno a un 50 por ciento y el de cajeros automáticos un 20 por ciento. Es previsible que estas cifras se incrementen en los próximos años generando la exclusión bancaria de la población rural, de la que Galicia es un buen ejemplo.

Dejando al margen el dinero que los bancos nos han costado todos, nuestro sector bancario nunca se ha caracterizado por su transparencia. Nacido en buena parte de la connivencia con el régimen fascista, su plana mayor ha estado siempre trufada de unos pocos apellidos afines al régimen y políticos de pasado oscuro que se han enriquecido en los años de la dictadura.

La posterior profesionalización de la gestión, no siempre exenta de esos males, se nos vende como una historia de éxito, de modernización, de progreso tecnológico, etcétera, pero ha estado al margen de los ciudadanos, de sus clientes. Basta asomarse a los escándalos de las preferentes, las cláusulas suelo o su papel en los desahucios para ver que no han sido los criterios de interés social los que han guiado su actuación.

Tal como yo lo veo, el cierre de las oficinas bancarias en el medio rural es un paso más en esa deriva de distanciamiento entre ese poder económico y los ciudadanos. Quienes antes corrían detrás de las rentas que llegaban de la emigración, de las pensiones agrarias o de las cuentas de las tiendas de nuestras villas, huyen ahora despavoridos ante la falta de rentabilidad o externalizan sus servicios en oficinas fantasma.

Hoy un buen número de gallegos, muchos de avanzada edad, carece ya de servicios bancarios próximos y debe realizar sus gestiones con ayuda de sus familiares o desplazándose en taxi; en muchos casos tampoco tienen un cajero automático que les permita disponer de efectivo o actualizar sus saldos. Buena parte de ellos han vuelto a guardar sus pensiones en el colchón o bajo la escalera.

Es verdad que muchas entidades bancarias desarrollan a través de sus fundaciones programas de apoyo a la ciencia, a la cultura, etcétera, en muchos casos ejemplares, que apelan a la responsabilidad social y sostenibilidad corporativa, pero yo no conozco mejor forma de aplicar esos principios que analizar el impacto que sus decisiones generan sobre sus clientes, las comunidades locales, el medio ambiente y la sociedad en general.

Vale. Me dirán que es inevitable, pero me enfada profundamente. Se que la banca es un negocio que se rige por la rentabilidad y, desde luego, creo que el futuro digital del sector es un gran avance. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con excluir a más de un millón y medio de ciudadanos, muchos de ellos gallegos, de un servicio fundamental. Sino, pregunten en As Nogais, en O Vicedo, en Dumbría, en Xunqueira de Ambía...