Yates y tal

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

16 ago 2021 . Actualizado a las 09:24 h.

Que todavía permanece indeleble en ese armario de recuerdos perdidos que se llama imaginario colectivo la fotografía sobada de un señor metido en una bañera pontificado sobre no se sabe qué (y también sobre un caballo) rodeado de mujeres en bañador. Treinta años (que se dicen rápido y pasan incluso a mayor velocidad) y seguimos aquí.

No es otra vez, sino más bien por enésima vez. Porque nunca han dejado de aparecer flashes, copias con el mismo tufo a colonia mala, cigarro barato, aliento de vino y niebla en los ojos. Ahora mira de frente desde las redes sociales rodeado de otro (aunque el mismo) grupo de mujeres son reducidas a objetos, adornos, eternas sonrisas en estatuas de sal. Esclavas sonrientes al borde de la piscina, dentro de un yacusi, apiladas sobre un colchón o tumbadas en la cubierta de un yate.

Quizá haya muerto el VHS, pero el regusto al peor coñac sigue intacto en una fotografía que ataca desde las redes sociales. No. No hay nada innovador (ni el filtro de Instagram) en esa fotografía promocional. Y YATE digo. No hay comparación posible, aunque se empeñen, con otra imagen que sí, esta sí, se atreve a desafiar esos dos únicos trajes que cuelgan en el armario apolillado de la feminidad. Pero mientras esa se precipita por el agujero negro de la censura, alguien grita transgresión y aplaude ante la representación misma de la aliteración infinita entre un yate y aquel Y tal y tal.