Simone nos puso en nuestro sitio

María Hermida
María Hermida E SE CHOVE, QUE CHOVA

OPINIÓN

LINDSEY WASSON

01 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Le pregunté a un psiquiatra cómo era posible que en un edificio de oficinas y consultas, en el que abogados o ginecólogos identificaban sus puertas con letreros, él no colocase una placa para orientar a los pacientes. Me dijo que muchos no entrarían. No por ellos, sino por los ojos escudriñadores de conocidos o anónimos que les viesen atravesar el dintel. Algo parecido me contó una psicóloga que consultaba en una buhardilla imposible de encontrar. Me pareció que ponían la cura antes de la herida; les creí cómplices de hacer invisible la salud mental. Hasta que te topas de frente con ella. Tú, otrora juez pero no parte, ya no sientes fácil hablar de depresión, ansiedad o trastornos más graves. Que aparezca el cuñado diciéndote que eso se cura con una borrachera o dejando de comerte la cabeza entra dentro de lo esperable. Que te cuestionen los amigos o la familia, que te pregunten si no te excedes tomando toda esa medicación, que te recetó un especialista, duele. Y que hacia el mundo, en el trabajo, el colegio o la consulta de tu médico de cabecera, empieces a jugar en la liga de los renglones torcidos del universo, destroza. Sé de decenas de enfermos mentales que verían la luz si pudiesen lucir una escayola o mostrar unos análisis de moribundo que certificasen que tienen una patología. Porque los informes psiquiátricos no cotizan al alza en el sanedrín callejero. Si tienes depresión y sonríes sueles ser un cuentista. Por eso, Simone Biles es ahora más de oro que nunca. Podría haberse callado. Decir que le fallaba el cuerpo. Pero habló de su mente. Se puso en su lugar. Y ese, Simone, es el primer paso para que los demás se coloquen en el suyo. Lo sé, que me lo dijo mi psicóloga.