El papa se equivoca contando peces

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Una madre sostiene a su hija desnutrida en Amboasary, Madagascar, uno de los países más pobres del planeta.
Una madre sostiene a su hija desnutrida en Amboasary, Madagascar, uno de los países más pobres del planeta. SHIRAAZ MOHAMED | EFE

29 jul 2021 . Actualizado a las 09:36 h.

Dice el papa Francisco que para dar de comer a 4.000 personas con solo cinco panes y dos peces Jesucristo no los multiplicó, sino que distribuyó esos escasos alimentos equitativamente entre los asistentes. Parece difícil que con cinco panes no solo comieran todos, sino que sobrara para llenar doce cestas con los restos, según los evangelios. Pero lo que me preocupa no es si hubo o no milagro. «Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás», dijo Francisco. Secunda así la teoría de la izquierda radical de que el capitalismo aumenta la pobreza global y de que para acabar con el hambre hay que dejar de crecer económicamente y centrarse en distribuir los bienes ya existentes. Una tesis falaz.

Nada en la historia de la humanidad ha reducido más la pobreza que el capitalismo. En 1820, el 90 % de la población mundial vivía en la extrema pobreza. Hoy, pese al aumento exponencial de los habitantes, esa cifra se ha reducido al 10 %. Presentar la riqueza mundial como un juego de suma cero en el que para que unos tengan más otros tienen que tener menos es una falacia. El capitalismo y los avances tecnológicos hacen que crezca la riqueza global y que, por tanto, haya más para distribuir. Si en vez de crear más riqueza nos dedicáramos a repartir la renta global existente ahora mismo -o a «sustraer» en el lenguaje de Francisco- todos los seres humanos tendríamos el nivel de vida de Vietnam, como prueban todos los estudios. Y el objetivo nunca puede ser ese.

Lejos de «dejar de aumentar lo que tenemos», como pide el papa, para acabar con la pobreza global es necesario incrementarlo. Según el economista y filósofo británico Max Roser, uno de los mayores expertos mundiales en pobreza, para reducirla «sustancialmente» el PIB mundial debería multiplicarse por cinco. Queda mucho por crecer. Por supuesto que hay que aumentar la solidaridad con los países pobres. Pero demonizar el crecimiento económico es condenar al hambre a millones de personas.