Imaginación y miedo

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

QUEIJEIRO

24 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la biografía del romanista Álvaro d’Ors, deliciosamente escrita por Gabriel Pérez, se percibe que los que hicieron la guerra no quieren hablar de ella, porque es horrenda siempre, atroz. Solo presumen de andanzas guerreras quienes se las inventan o quienes carecen de sensibilidad. Por eso D’Ors se negaba a evocar en voz alta la guerra, y los pocos recuerdos que recoge el libro se refieren a sus compañeros de armas, sobre todo a los muchos que cayeron en combate. Hablaban a veces del miedo. Quizá a menudo. Parece que en cierta ocasión un soldado o un suboficial, de orígenes labriegos, le dijo: «Solo los que tenemos imaginación tenemos miedo». Se ve que a D’Ors se le quedó grabado. Y a mí.

De la frase se deduce la inevitabilidad del miedo, porque a todos se nos supone un mínimo de imaginación. Que solo cabe sobreponerse a él. Y que esto se consigue casi siempre por amor. Lo explicó muy bien Manolo Rivas al retratar a los marineros que faenaban en Gran Sol. Se sometían a peligros y condiciones durísimas durante semanas o meses, «literalmente, por amor», decía Rivas. Imposible pensar en otras motivaciones, ni siquiera el gusto por la mera aventura. Por supuesto, se puede aplacar el miedo controlando la imaginación -la loca de la casa, según atribuyen a Teresa de Ávila- sin llegar a embotarla. O embotándola del todo, hasta perder el conocimiento o incluso la vida, porque si falta el amor desaparece además el coraje para afrontar las olas de la existencia, más feroces que las de Gran Sol.

No le pediré mañana al señor Santiago que nos quite el miedo, porque nos acorcharía la sensibilidad, pero sí que nos dé siempre amor y coraje para superarlo y evitar que nos paralice.

@pacosanchez