Parada cardíaca y deporte

Roberto Barriales-Villa / Enrique Castellón MÉDICO DE LA UNIDAD DE CARDIOPATÍAS FAMILIARES DEL CHUAC, Y EXPRESIDENTE DE HEALTH-IN-CODE, RESPECTIVAMENTE.

OPINIÓN

STUART FRANKLIN

03 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La parada cardíaca y, afortunadamente, posterior recuperación, sufrida hace unos días por un futbolista profesional ha puesto en evidencia el enorme impacto social de un evento relativamente raro (una tasa en deportistas de competición de 0,75 casos por 100.000 al año). Con frecuencia se relaciona con una patología cardíaca previa, normalmente desconocida por el deportista, que se manifiesta con el ejercicio intenso. Mientras que en los mayores de 35 años la principal causa de muerte súbita cardíaca es la cardiopatía isquémica, por debajo de los 35 años son las cardiopatías familiares. Este término agrupa una serie de enfermedades del músculo cardíaco como las miocardiopatías (hipertrófica, arritmogénica, dilatada, etcétera) o del sistema de conducción cardíaco, como las canalopatías (síndrome de QT largo, síndrome de Brugada, etcétera). En su mayor parte tienen una base genética y en ocasiones son difíciles de diagnosticar con las pruebas convencionales.

 Como es obvio se suscita la cuestión de la prevención. Especialmente ahora que al diagnóstico clínico se añaden las nuevas herramientas diagnósticas de genética molecular. Pero, aún así, no existe una recomendación obvia para su uso. Su limitada sensibilidad y reducido valor predictivo exige interpretación y valoración del riesgo individual. No se justifica, por su beneficio incierto, el screening genético masivo, ni siquiera en deportistas con una carrera profesional por delante.

Sin embargo, estrategias de prevención como las adoptadas en Italia, con la obligatoriedad de una valoración clínica básica (con electrocardiograma y ecocardiograma) para todos los deportistas (recreacionales o de competición), seguida de resonancia cardíaca y/o estudios genéticos (con un equipo que facilite la correcta interpretación) en casos que puedan ofrecer alguna duda, han demostrado su efectividad reduciendo las tasas de muerte súbita. El diagnóstico de un caso exige, además, un estudio de al menos los familiares en primer grado. También es prevención.

La noticia ha puesto de manifiesto como el deporte de competición debe practicarse siempre en entornos seguros con disponibilidad de equipos de desfibrilación externa. Solucionado el problema agudo, en ausencia de tratamientos que puedan impedir el riesgo de muerte súbita, los desfibriladores implantables pueden ser una solución. El ejercicio es un pilar fundamental de nuestra salud y los beneficios superan a los riesgos. En cualquier caso, los reconocimientos (básicos y/o avanzados) y los protocolos efectivos de resucitación con disponibilidad de desfibriladores externos en aquellos lugares donde se practica deporte, constituyen la estrategia más efectiva para reducir la incidencia de muerte súbita en deportistas.