Vale. No parecía que un canal como este pudiese hacerlo. Todo el mundo achicó los ojos con suspicacia. Y, sin embargo, lo ha hecho. Un enorme altavoz que ha llevado el pensamiento feminista a lugares a los que jamás había llegado. Luz de gas, violencia psicológica, patriarcado, brecha de género. Violencia machista. De pronto, estaba en todas las mesas, en todas las paradas de autobús. En las conversaciones aquí y allá, en redes sociales, en los centros de trabajo, en cualquier lugar.
Esa ha sido la grandísima labor de un canal de televisión que, denostado (muchas veces con razón, casi siempre con toda la razón), por una vez se había ganado a pulso un poco de credibilidad.
Quizá sea demasiado pronto para creérselo. Porque a partir de ahora, se la juegan. Se la juegan en no caer en el espectáculo barato. Se la juegan en no buscar la audiencia fácil y el morbo en todos y cada uno de los realities, en los magacines y en las redes. Se la juegan no reclutando a quien pueda demoler todo lo construido hasta el momento.
El momento es crítico. Once mujeres han sido asesinadas en el último mes. Veinte en lo que va de año. Más de mil desde que existen estadísticas (aunque con una definición de violencia machista muy reduccionista). Esta semana, otra vez, la violencia vicaria. Así que no va de espectáculo ni entretenimiento. Telecinco, no defraudes. Esto va de supervivencia.