Arsenio 1 - Guardiola 0

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

CARL RECINE | Reuters

08 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El fútbol de élite es dinero. Dejémonos de tonterías. Tomen nota para la Eurocopa que empieza. Veremos de todo. La final de la Champions la jugaron los dos que quemaron más billetes. Y, después de los billetes, solo hay dos caminos, tan viejos como el cuero. O ganar jugando bonito o ganar uno a cero. Menotti o Bilardo. Guardiola o Mourinho. Guardiola o Tuchel, que hizo de Irureta o de Arsenio. A veces salen escuadras fabulosas, de esas que se recitan, que hacen las dos cosas: juegan bien y ganan. Es mentira que, por tener el balón, estés obligado a vencer. Claro que, sin balón, no se marcan goles. Pero entonces la pilla Mount, Werner se desmarca y abre hueco y llega Havertz, un tipo que no ha marcado un gol en toda la competición, y te clava el puñal que te deja sin orejona. Guardiola ha hecho mucho bien y mucho daño al fútbol. Cuando estás a final de temporada, con los jugadores exprimidos, salir a jugar a toquecitos puede convertirse en ese infierno sin pólvora que ya vivió la selección española en Brasil (podemos volver a revivirlo en esta extraña Eurocopa del covid de Busquets).

Guardiola no tuvo a Messi hecho un chaval ni en el Bayern ni en el City y sigue penando. Tuchel le hizo la de Mourinho con aquel Inter, que fue campeón, con Eto'o y Milito arriba.

Los nueve buenos son importantes. Lo de jugar con un nueve bajito es una mentira gigantesca. Le salió bien a España en la segunda Eurocopa, con Cesc, de milagro. Tienes más balón, se la pasan más, pero el portero rival se echa una siesta o se lleva unas cartas para un mus.

La forma física es clave y, a final de temporada, los equipos son un bloque de mantequilla fundido para andar presionando como perros de presa arriba. Y sin robar balones no hay ocasiones, con ese estilo de juego. El rival en cambio puede correr en largo, y los jugones, echados arriba, tienen que retroceder hacia atrás a toda velocidad, como si tuviesen que defender de golpe todo el estado de Texas.

El orden y el talento, de Arsenio. Lo otro es bonito, te da goleadas en las ligas domésticas, pero, sin un 9, te desnuda en muchas finales. Simeone es ahora mismo la bandera de esa otra manera de jugar sin enseñar la yugular. Gallos de pelea y no galiñas de corral. Espartanos que meten un gol más que el rival. ¿Por qué ganó la liga? Porque además tiene un 9. El Barça le regaló a Luis Suárez, con 21 goles, debajo del brazo, los tantos que los hicieron campeones. Sin esos goles, el Atlético hubiese sido el de siempre, sufriendo por entrar en los puestos de Champions. A Guardiola se le quedó cara de Mourinho, justo en la ciudad en la que José inventó su caja fuerte. El fútbol no es un rondo horizontal. Eso es prosa aburrida. El fútbol es el orden de la defensa y la poesía del talento diagonal y de puñal del ataque. Transiciones demoníacas. Salvo si tienes a Messi en su mejor momento. Guardiola debe dormir con un peluche de Leo para superar el palo del Chelsea. Tuchel le ha ganado a Pep todos los duelos de este año por la mínima.

Nos espera una Eurocopa de sobresaltos.