Paleofuturo

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

M.FERNÁNDEZ. POOL

25 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace treinta años escuchaba la música en vinilos, muy poca gente llevaba un móvil en el bolsillo, Internet andaba a pedales, los cines no se habían transformado en sucursales bancarias y los hipermercados en cines. Solo se servían pizzas y hamburguesas a domicilio, no había comidas exóticas ni modelos de temporada a un clic de aplicación; los adolescentes estrenaban caricias en los parques y no en grandes superficies. Nadie comía soja, ni chía, ni kimchi, ni wasabi. El pan olía a pan y duraba días sin cristalizar en adoquín. Pocos corrían medias maratones y no existía el pilates; los cruceros eran cosa de ricos, los viajes exóticos también, y las patologías psíquicas eran diferentes en forma y prevalencia.

Hace treinta años solo la prensa, radio y televisión creaban opinión pública, no había enredos sociales ni tuits venenosos, ni ninfas y elfos mostrando sus encantos en Instagram o TikTok. Hace treinta años pocos llevaban una botella de agua en el bolso para sobrevivir. El hoy saludable pescado azul y el cerdo, entonces eran malísimos.

Hace treinta años no había más mascotas que niños, ni los niños iban al cole en todoterreno. No existían sexos borrosos, ni micromachismos de bolsillo y juzgado de guardia. Hace treinta años era impensable pagar con criptomonedas y hacer vida en una tablet.

Nadie imaginó hace treinta años este paleofuturo, nadie predijo la implosión de Lehman Brothers ni vio los brotes verdes del coronavirus. Pocos vieron a Trump en el despacho oval y al Reino Unido a la deriva.

Por todo esto, el Plan España 2050 me parece un ejercicio predictivo de salón en un mundo lleno de variables ocultas cuya presencia tiene una influencia determinante sobre cualquier predicción a largo plazo. El reparto de un pastel imaginario sin haberlo sacado de un horno virtual.