Descodificando a Bill Gates es una docuserie que Netflix estrenó hace dos años y cuyo objetivo era hurgar un poco en el complejo cerebro de uno de los hombres que más riquezas y poder atesoran. Cuando Bill Gates habla el mundo escucha. Muchos porque admiran su visión e inteligencia; otros, como los negacionistas del coronavirus, porque ponen su bonhomía bajo sospecha.
En el tercer episodio de esta serie, su matrimonio con Melinda se coloca como un eje clave, pero también colateral, en su vida. Ella revela cómo el creador de Microsoft la invitó a salir por primera vez de forma espontánea emplazándola para dos semanas más tarde. Cuenta las dudas que lo asaltaron al verse abocado a un mayor compromiso. «Un día entré en la habitación y en la pizarra tenía escritos los pros y contras de casarse», recuerda entre risas y va enumerando ejemplos de cómo la familia estuvo siempre para él por detrás de Microsoft. Incluso cuando ambos crearon la Fundación Bill y Melinda Gates, el nombre de ella siempre quedó eclipsado por la figura del genio de la informática. Melinda tuvo que escoger entre quedarse para siempre un paso por detrás de él o tener voz propia. Eligió lo segundo. Cuando el director del documental le pregunta a Gates: «Si hoy te atropellara un autobús y murieras, ¿qué cosa querrías haber hecho y que no has hecho todavía?». Él no lo duda: «Darle las gracias a Melinda».