O San Xorxe

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

24 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay constancia escrita de que la aldea donde nací ya se llamaba Recareu hace, como poco, un par de siglos. No conozco a nadie que use el topónimo ahora oficial: Recareo, un lugar casi pegado a Teixeiro, que tiene su ermita dedicada a san Jorge -en Recareu le llamamos San Xorxe- y su fiesta, que se estará celebrando hoy. Habrá una misa en la campa, porque la pandemia limitó el aforo de la capilla a cuatro personas. La campa, bien contorneada por castaños y robles, también se quedará pequeña, porque su tamaño es mucho menor que la devoción al santo. Así que iremos pocos. Supongo. San Xorxe tiene, además, su fuente para curar verrugas -en esto no somos muy originales- y una imagen al borde de la carretera a Sobrado, justo donde arranca la pista que lleva a la aldea, que da nombre al cruce. Le pedíamos, por ejemplo, al chófer del coche de línea que nos parara en «el santo». El pequeño San Jorge, protegido por una reja de hierro también pequeña, recibe flores y monedas que nunca faltan.

Todo, menos el alma de las gentes, parece pequeño allí. De crío, claro, no me daba cuenta. Se me hacía grande la casa, donde se habían criado diez hijos, el río Mandeo, el pozo de agua fresquísima, los perales y manzanos de la huerta, los maizales. Sobre todo, se me hacía grande la espera de O San Xorxe, la fiesta, llena de bizcochos y primos, de olor a pólvora, con una orquesta de pocos músicos que tocaba en la misa, al alzar, en el baile-vermú y, ya más largamente, en la verbena de la noche. Y la barraca del bar, nuestro chollo: al día siguiente rastreábamos entre las hierbas las monedas perdidas y nos sentíamos muy ricos si encontrábamos una de cinco pesetas.

@pacosanchez