Acortar la muerte sin acortar la vida

Juan Antonio Garrido, Presidente del Consello de Bioética de Galicia TRIBUNA

OPINIÓN

María Pedreda

16 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Se siguen viviendo emociones y manifestaciones enfrentadas ante la Ley Orgánica Reguladora de la Eutanasia (LORE), recién aprobada. Estas discrepancias no desaparecerán, pero sí deberíamos ser capaces de reorientarlas, desde la confrontación a la cooperación, mediante deliberación, escuchando las razones de los otros. La LORE no nos debe hacer olvidar que antes de la misma ya podíamos ser protagonistas de nuestra enfermedad y muerte, rechazando o aceptando tratamientos y cuidados, incluidos los de soporte vital, los cuidados paliativos, la sedación, la nutrición y la hidratación. Y además, podíamos planificar todo esto hasta dejarlo por escrito mediante un documento de instrucciones previas. Ya nos ayudaban a ello el trabajo Los cuidados al final de la vida, de la Comisión Gallega de Bioética del 2012, y la ley gallega 5/2015 de derechos y garantías de la dignidad de las personas enfermas terminales.

El derecho a la «prestación de ayuda para morir», como lo denomina la LORE, debería ponerse en marcha en un contexto social y sanitario de máxima atención global a los distintos aspectos y recursos que se engloban como «cuidados al final de la vida», incluyendo el adecuado desarrollo de la atención a la dependencia.

Sin minusvalorar la necesidad de esfuerzos para preparar los requisitos documentales y garantes de que la nueva ley pueda entrar en vigor ni negar la necesidad existente de despenalizar supuestos que, desarrollando adecuadamente el respaldo ético y normativo previo, deberían seguir siendo excepcionales, planteo aprovechar la LORE como una oportunidad. Oportunidad para revisar y desarrollar todos aquellos recursos humanos y materiales relacionados con los cuidados al final de la vida y de atención sociosanitaria a los «padecimientos crónicos, graves e imposibilitantes» (así denominados por la LORE) que, por deficitarios, puedan estar dificultando unos cuidados integrales y universales en esa etapa final de la vida.

Es el momento de preguntarnos si están adecuadamente desarrollados la ley gallega 5/2015 y el plan gallego de cuidados paliativos. Y de unirnos para pedir a la Administración sanitaria que, antes o en paralelo a la puesta en marcha de la LORE, garantice la equidad en ese acceso a los cuidados paliativos integrales. Y para preguntarnos si está adecuadamente desarrollada la formación de los profesionales en atención al final de la vida, bioética, comunicación difícil y apoyo emocional, como demanda la LORE.

Trabajemos juntos por defender las condiciones sociales y sanitarias que permitan acortar la muerte sin acortar la vida. Así clarificaremos los casos excepcionales, cuya existencia no estoy negando, que solicitarán «la prestación de ayuda para morir». Estos casos deberían darse, como el resto de nuestros cuidados a las personas con enfermedades crónicas avanzadas, en el contexto de una relación clínica significativa de compromiso con la persona solicitante, habiendo garantizado el cumplimiento de los requisitos comunicativos y relacionales que sustentan una relación clínica de confianza. La LORE pone de manifiesto la importancia de contar con las y los protagonistas pero acompañándoles y asesorándoles también en su camino previo.

Tanto detractores como defensores de la regulación de la eutanasia debemos hacer confluir nuestras energías en mejorar los escenarios de cuidados al final de la vida. Los unos para disminuir demandas innecesarias de esa ayuda para morir. Los otros para asegurar que, en aquellos casos en que se tenga que llevar a cabo, se haya hecho con las máximas garantías morales.

Los médicos dispuestos a acompañar a pacientes en esta ayuda para morir, en las condiciones excepcionales y dentro del principio de no abandono, no son menos sensibles hacia la vida que los que no creen que esta acción sea acorde con su profesión sanitaria.

Velar porque entre en vigor adecuadamente la LORE no es solo tener preparados los documentos exigidos y constituida la Comisión de Garantía y Evaluación, sino exigir, y colaborar cada uno desde nuestra responsabilidad, que se haga en las condiciones previamente descritas. Al entrar en vigor esta ley en una sociedad con aumento de las condiciones de vulnerabilidad de las personas y con desigualdades crecientes será especialmente importante velar porque estas no afecten también al proceso de morir ni condicionen demandas de eutanasia que nos cuestionen moralmente como sociedad. Recordemos que las normas son necesarias, pero no resuelven directamente los conflictos de las personas. Somos los ciudadanos preocupados por resolver problemas, dentro de nuestra capacitación profesional y respetando el marco legal, los que de verdad los podemos solucionar o disminuir.

Es la opinión de un médico que, atendiendo a pacientes y mediante actividad en órganos asesores en conflictos bioéticos, ha tratado de contribuir a mejorar la forma en que fallecen las personas en nuestro entorno sanitario y, por tanto, no la del Consello de Bioética de Galicia que, como algo circunstancial, presido en este momento.