La magia de las vacunas

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

Eduardo Sanz | Europa Press

13 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi amigo Primitivo, un ganadero de una aldea del norte lucense, se preguntaba en los últimos años de su enfermedad cómo era posible que con la cantidad de pastillas que tomaba cada una supiera a dónde tenía que ir. Las tomo para el colesterol, para la tensión, para la próstata, decía, y nunca se confunden; «esto sí que es magia». Si lo piensan, la pregunta tiene su enjundia.

Algo parecido escuché hace unos días en la sala de espera de un hospital. Dos hombres conversaban animadamente sobre las vacunas para prevenir el coronavirus y uno de ellos le explicaba al otro que él no se vacunaría con AstraZeneca: «Porque o corpo sabe perfectamente a vacina que lle mete»; su contertulio no estaba de acuerdo: «A min dáme igual».

Lejos de criticarles, la cuestión viene que ni pintada para llamar la atención sobre la falta de formación de la población en farmacocinética, biología celular o inmunología, algo normal, y, por tanto, sobre la falta de validez de sus opiniones en esta materia. Una reciente encuesta muestra que en torno a un 30 % de la población ha manifestado que la vacuna de AstraZeneca no es segura. A nadie se le ocurriría hacer una encuesta preguntando a la población: ¿se dejaría usted operar mediante la técnica de incisión única en cirugía pulmonar o elegiría otra alternativa? Pues es lo mismo. Ese tipo de encuestas lo que muestran, en el mejor de los casos, es que la forma en la que los medios de comunicación han transmitido la información de las vacunas es errónea.

Por suerte, hoy existen numerosos organismos de control en el mundo de los medicamentos, agencias nacionales e internacionales, etcétera, que se ocupan de los procesos de fabricación, y el control de efectos secundarios, con la misma destreza que mi amigo Primitivo se ocupaba del ganado o mis compañeros de sala de espera de aquello que hicieran. No les niego que la complejidad nos abruma y todos los procesos relacionados con la enfermedad lo son; las dudas de la gente lo corroboran. Pero, por suerte, la seguridad de una vacuna, o de cualquier medicamento, no se decide por nuestras opiniones. Como se ha dicho más de una vez: «Si la medicina fuera una democracia, la aorta sería una vena». Volviendo al principio, yo también pienso que en todo esto hay algo de magia, más si pienso que tanto la azarosa vida de Primitivo como la de las vacunas empezó en una explotación ganadera ordeñando vacas.