Cuando el paciente acude a la consulta del oftalmólogo y nos dice que tiene los «párpados caídos», le suelen preocupar dos cosas: por un lado, puede tener una inquietud puramente estética; por otro, y más importante, puede ocurrir que el párpado superior esté tapando parte de la pupila y directamente note una reducción de visión en ese ojo.
Al abrir los ojos, la pupila debe quedar totalmente libre para permitirnos una visión adecuada, siendo necesario que el borde del párpado superior se posicione unos milímetros por encima de la pupila para permitirnos una mirada saludable.
Es frecuente encontrarnos con pacientes que refieren dolor a nivel cervical, ojos llorosos y cansancio ocular al final del día. La causa puede estar en ese párpado superior que impide una visión completa y obliga elevar el mentón, forzando la postura del cuello para mejorar el campo de visión.
El párpado superior se encuentra constituido por siete estructuras diferentes, perfectamente organizadas, para garantizar tanto un cierre como una apertura palpebral adecuada, además de ayudar a generar una presión negativa para lograr así un adecuado drenaje de las lágrimas hacia el saco lagrimal y la nariz.
Realmente el término «párpados caídos» resulta muy general e implica la falta de armonía en el perfecto funcionamiento y coordinación de esas estructuras (músculos, terminaciones nerviosas, grasa periocular, piel de los párpados, el propio globo ocular, etcétera). Así, circunstancias como el frotamiento constante de los ojos, el uso prolongado de lentillas, la falta de higiene ocular, traumatismos, cirugías previas, enfermedades sistémicas y, sobre todo, el envejecimiento, contribuyen al deterioro de las estructuras del párpado superior y a esa ausencia de armonía.
El cuidado e higiene de nuestros párpados y pestañas juega un papel importante; solo así lograremos mantener una piel sana, sin irritaciones como la blefaritis, mejorando los síntomas de ojo seco, evitando el cambio de dirección de las pestañas, e incluso su pérdida, y disminuyendo, además, el aumento de la laxitud de los párpados, que puede contribuir a la aparición del «párpado caído».
En la mayoría de los casos el tratamiento es quirúrgico, tanto para retirar la piel redundante como para reparar y recolocar los músculos del párpado superior. La cirugía del párpado caído presenta ventajas a nivel estético, funcional y de salud visual que son indudables, si bien hay que recordar la importancia de que la intervención asegure el cierre completo de los párpados, evitando la exposición del globo ocular y favoreciendo su perfecta humectación. Esto es lo más importante; así se evitarán problemas que pueden afectar gravemente a la córnea.