No es cosa de la Justicia

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Cati Cladera | Efe

24 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Aún estando como estamos, absorbidos en combatir el coronavirus y sus devastadores efectos, deberíamos buscar un rato para reflexionar sobre el rigor que muestra nuestro país. Porque uno tiene la impresión de que estamos perdiendo los papeles, a propósito de los graves disturbios por la detención de un indocumentado al que se quiere convertir en el Gandhi español. Un país democrático no puede ligar la defensa de las libertades, de forma especial la de expresión, con los delirios de un malcriado rapero, sin oficio ni beneficio. Es un asunto demasiado serio para banalizarlo de esta forma. Porque incluso quienes defendemos los más amplios márgenes en la libertad de expresión y que nadie sea encarcelado en aras de esa libertad, tampoco el llamado Hasel, sabemos que este no es un problema de libertades. Pau Rivadulla, que así se llama el muchacho, va a prisión por resistencia, allanamiento, lesiones y amenazas. Repasando su vida salta a la vista un cierto desajuste neuronal. Lo de la falta de educación es comprensible porque no acabó el bachillerato, pese a estar matriculado en un selecto colegio privado jesuita, ocupado como estaba por pasarse los días en el exclusivo club de tenis de Lérida; ciudad en la que su familia es de las más adineradas. Su ociosa vida lo llevó al desvarío, a la violencia y a un largo historial delictivo. Pero aquí somos especialistas en hacer revoltijos a nuestra conveniencia. Y así tenemos a miles de jóvenes, alentados por responsables políticos y sociales, clamando libertad para un joven violento. Y contemplando los disturbios nos queda la duda de si los alborotadores lo hacen por defender al rapero Hasel o porque se les acabó la ropa deportiva, no tienen dinero y con esa excusa asaltan las tiendas. O si quieren vestir de Hugo Boss y no pueden. Porque puede que lo de la lucha antifascista y Rivadulla sea una disculpa para reponer el armario. Por eso debemos reflexionar sobre a dónde nos está llevando este desatino. Lo de Hasel no es una cuestión de libertades. Ni de fascismo. Es un problema de un gamberro con una tara psicológica. De ahí que ni pueda ni deba resolverlo la Justicia. Esto solo lo solventa un psiquiatra.