Vísperas

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

Salvador Sas | Efe

20 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La primavera llegará a Galicia cuando se levante el cierre perimetral de las ciudades confinadas, cuando se vacíen las ucis de los hospitales, cuando los muertos a causa del covid se cuenten por unidades y no por decenas, cuando se pueda dar un abrazo al amigo que nos espera, cuando se pueda beber una copa de vino sentado en una terraza al sol tibio de marzo. Mientras eso no ocurra, todo serán vísperas, solo serán vísperas.

No importa que en las mimosas que pintan de amarillo el paisaje, en los brotes de los prunos y en el blanco cabello de los almendros florecidos se anuncie la ya temprana primavera.

No importa que los mirlos de pecho amarillo y los zorzales jueguen con los primeros remolinos del viento, ni que la avanzadilla de los primeros aviones, los hermanos pequeños de las golondrinas, repongan sus nidos del pasado año, ni que las cigüeñas y las garzas reales acomoden sus aposentos en las espadañas de las iglesias campesinas, porque cuando se presiente marzo todavía es tiempo de vísperas en esta parte del mundo.

La primavera que viene es una sospecha que comienza a perfumar el aire, es una esperanza certera que se esconde tras los buenos datos de la pandemia que empieza a decrecer en sus cifras perversas de contagios, hospitalizaciones y muertes.

Seguimos agazapados, aislados, embozados, protegidos en los pueblos y ciudades cerrados a cal y canto, donde solo la lluvia tenue transita las calles y las plazas esperando las raiolas del sol del mediodía que acude cada mañana a festejar la vida, aunque este cercada por la soledad, huérfana de ruidos y algarabías. Ya se fueron los carnavales, que solo tuvieron presencia en la memoria y en un martes lardeiro anotado en el calendario, pero volverán otro año prologando el mes largo de la Cuaresma.

Las vísperas son lo previo, lo que anticipa un porvenir deseable, y en este caso, cuando se preludia la primavera, las vísperas son un regalo de la naturaleza que asiste como nosotros, los humanos, a ver cómo crecen las tardes en la esperanza, también creciente, que estamos mas próximos a la salida de esta pesadilla que está en el origen de esta fatiga pandémica que avanza angustiante por los caminos más recónditos de nuestras peores pesadillas cotidianas.

Pero ya se acerca la primavera con su alba de gloria cauterizadora de males que, como reza el refrán, no han de durar cien años, y que el liviano optimismo de este articulista le hace escribir que ya se divisa la puerta luminosa de la salida. De esta salimos, son las vísperas.