¿Se equivocó Andreotti?

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

08 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si se confirma -dentro de tres años- la encuesta que publicó ayer este periódico, Galicia consumará la proeza de desmentir -en tiempo de pandemia, crisis económica y desnorte político- a Giulio Andreotti, prodigioso constructor de apotegmas -«El poder desgasta a quien no lo tiene»- y el más insigne profeta político contemporáneo. Dice Sondaxe que el PP -que mantiene su mayoría absoluta- baja un 1,5 % de intención de voto, en plena coincidencia con la tercera ola de la pandemia, mientras el BNG, que apenas toca poder, sube un 1,5 %, a fuerza de criticar, supongo, el peaje de la AP-9. Por eso estimo necesarias algunas precisiones antes de asumir alegremente que el bueno de Andreotti se ha equivocado.

Sorprende, en primer lugar, que la evolución que se describe para Galicia sea diametralmente opuesta al relato del CIS para la política general, donde la descalabrada gestión de Illa y Sánchez confirma a pies juntillas el dicho de Andreotti. Es decir, que Sánchez e Illa se asientan en España y Cataluña con un Gobierno ineficiente y contradictorio y una pobre gestión de la pandemia, mientras Feijoo se desgasta -aunque no más que un cojinete de ferrocromo- con una potente y ordenada mayoría y con una gestión de la pandemia mejor que la del marco general.

Todo cambia, sin embargo, si metemos en el análisis a Gonzalo Caballero, enfriamos un poco la euforia del BNG, y comprobamos que la terceridad del PSdeG-PSOE aumenta en la misma medida que su irrelevancia. Porque lo que dice -o permite intuir- la encuesta de Sondaxe es que, a pesar de los éxitos actuales de Ana Pontón, los electores gallegos siguen creyendo que la verdadera lucha política es la que enfrenta -aquí y allá- al PSOE y al PP; que el fogonazo electoral del BNG se apagará cuando el PSdeG-PSOE encuentre su Illa y su oportunidad para desalojar al PP del pazo de Raxoi; y que, puestas las cosas en su lugar, el barómetro de desgastes funciona de manera similar en Galicia, Cataluña, Euskadi y España entera, donde los costes que genera la indignación popular, cuyos efectos son inmediatos a sus causas, siempre quedan borrados por los recauchutados electorales que se hacen los partidos de poder cuando llega la hora de la verdad.

Andreotti no negaba que un partido que gobierna pueda perder unas elecciones. Solo decía que el desgaste político que es inherente al ejercicio del poder es esencialmente distinto a lo que se produce cuando un profundo cambio cultural o axiológico, o un salto cualitativo derivado de múltiples y prolongados desgastes, activan la alternancia. Y por eso podríamos concluir, de la encuesta de Sondaxe, que Andreotti no falla; que el PP sigue siendo la misma máquina que era el 12 de julio pasado; que el avance del BNG sobre el PSOE tiene, aún, algo de espejismo, y que a Gonzalo Caballero -que sufre el desgaste del poder popular- le falta recorrer un largo trecho antes de ser la alternativa a Feijoo. Porque, si lo vemos así, cuadra todo, sin necesidad de desmitificar al sabio Andreotti.