Vacuna: éxito incompleto

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

18 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En estos momentos se comercializan en España dos vacunas frente al SARS-CoV-2. Otras tres se aprobarán muy pronto. Una vacuna tarda normalmente diez años en completar su desarrollo. Estas cinco lo han completado en menos de uno. Es un éxito científico de primer orden, producto de una eficaz colaboración entre el dominio público y el sector privado. Y arrastra dos consecuencias positivas adicionales: se ha ampliado sustancialmente la capacidad productiva y se ha demostrado el potencial de la tecnología ARN mensajero para tratar con éxito otras enfermedades infecciosas más complejas. Pero no solo: el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas tendrán nuevas alternativas terapéuticas.

Sin embargo, se está produciendo una asimetría entre la enorme rapidez y eficiencia que ha mostrado la I+D y la lentitud en la distribución y administración de la vacuna, que no debería demorarse en dar cobertura, como mínimo, al 70 % de la población. Para alcanzar este objetivo, ambicioso pero imprescindible, se necesita, primero, un número suficiente de puntos de administración, con personal adecuado, equipos, material y capacidad de almacenamiento en función de las características de cada vacuna. Segundo, protocolos uniformes y logística para el seguimiento. Tercero, prioridades claras sobre el orden de vacunación de los diferentes colectivos. Cuarto, una comunicación clara sobre la seguridad y efectividad. Un efecto sorprendente -y paradójico- del rápido logro científico es la desconfianza. Finalmente, una financiación suficiente que garantice la respuesta y que contribuya a revitalizar las estructuras de salud pública, tan maltratadas.

La UE se ha garantizado la compra, pagando por adelantado, de 2.300 millones de dosis. Teniendo en cuenta que el precio de cada dosis oscila, según el proveedor, entre 3 y 30 euros, y que el Gobierno ha aprobado por el momento la compra de 103 millones de esas dosis, puede estimarse que gastaremos al menos 1.300 millones de euros. Un enorme esfuerzo que se perdería si, por una deficiente distribución y administración, la inmunidad de grupo no se consiguiese gracias a la vacuna, sino a través de más enfermedad y mayores costes sociales y económicos. Merece la pena por tanto invertir en más recursos. El poder transformador de la ciencia va a tener un efecto duradero sobre la investigación y la industria biotecnológicas. Es también una oportunidad para reforzar las estructuras asistenciales y de salud pública. Ello nos permitirá acabar con esta pandemia y estar preparados para las que puedan llegar.