Hace poco en un documental que dieron en televisión se analizaba del 10 al 1 la carrera de los mejores deportistas de este siglo. En ese interesantísimo análisis se iban contando la vida y las proezas de personas como la gimnasta Nadia Comaneci, el piloto Lewis Hamilton o el atleta Usain Bolt. En ese ránking asombroso, el número uno fue para el nadador Michael Phelps, que con 28 medallas olímpicas, se ha coronado como el mejor de todos los tiempos. El tiburón de Baltimore, sin embargo, es ahora noticia porque la pandemia le ha agudizado la depresión que sufre desde hace años y su mujer, ante la desesperación de su sufrimiento, ha expresado que teme por su vida. Padre de tres hijos pequeños, Phelps era la viva imagen del éxito, pero lejos de cumplir esas expectativas de oro, se ha mostrado como un ser humano con todas sus luchas internas. «Soy alguien que ha pasado por al menos tres o cuatro períodos de depresión fuerte después de los Juegos y llegué a poner mi vida en peligro», ha expresado Phelps que con fortaleza afronta ahora una carrera de fondo ante una enfermedad que lo ha atormentado en pleno confinamiento. «La pandemia es un reto al que nunca pensé que me enfrentaría. La incertidumbre, estar encerrado en casa, me angustia. Ahora mis emociones me envuelven y estoy pendiendo de un hilo», ha confesado sin tibieza Phelps dando al mundo todo un ejemplo. La OMS lo ha dicho: la tercera ola será la de la salud mental. Ni los gigantes se salvan, pero si algo sabe Phelps, es nadar a la contra.