La gestión de la pandemia en Galicia

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

14 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tomando como referencia la retórica inversión que hizo el profesor Sánchez Salorio sobre los hechos históricos -«El pasado, incluido el que hemos vivido personalmente, cambia casi todas las semanas. En España ya casi resulta más sencillo predecir el futuro que conocer el pasado»- (Procopio del 25-07-2010, La Voz de Galicia), empiezo a creer que en España ya es más necesario escribir sobre lo bien hecho que criticar la aburrida normalidad de lo que mal o regular se hizo. Y por eso me permito saltar el asentado principio de que la función del columnista es criticar al Gobierno, para asumir que en nuestro país puede ser necesario reconocer la acción del Gobierno -central o autonómico- y criticar, o silenciar, a la oposición.

Así que, tras definir el sentido de esta columna, y sin negar que estamos ante un momento sanitario excepcionalmente complicado, no me duelen prendas en decir que, si basamos nuestra opinión en la metodología comparativa, la gestión que hizo la Xunta de la actual pandemia puede calificarse de éxito, al haber estado siempre entre los mejores de España y Europa en todos los parámetros que se usan para evaluar esta difícil situación. Hemos controlado con razonable satisfacción los contagios, los riesgos de colapso del sistema sanitario, la necesaria compatibilidad de la salud con la atención a los sectores empresariales en crisis y con ella las relaciones sociales necesarias y convenientes. Y, ahora mismo, empezamos a destacar también -con los pocos datos de que disponemos- en el proceso de vacunación generalizada al que hemos encomendado la vuelta a la normalidad sanitaria, social y económica.

También hay que recordar que lo hemos hecho bien en la primera etapa de la pandemia, bajo la dirección del entonces conselleiro Vázquez Almuiña, y en esta segunda etapa, dirigida por García Comesaña. Y en este contexto tiene singular importancia la comparecencia del presidente de la Xunta, ante la prensa, en la mañana de ayer, cuyo objeto no era recrearse en sus éxitos, sino profundizar en la información de crisis que es necesaria para que la sociedad gallega -lejos de cualquier síntoma de fatiga que puedan producir las restricciones y confinamientos, los cierres totales o parciales de la hostelería y las actividades culturales, y la baja intensidad de las relaciones sociales que aún se permiten- aceptemos que, más allá de los logros alcanzados, de las eficaces vacunas y del equilibrio de capacidades y servicios que mantiene nuestro sistema sanitario, el covid-19 sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, agazapado detrás de nuestros descuidos y errores, y cumpliendo los instintivos designios de su naturaleza agresiva.

Por eso celebro las difíciles decisiones relativas a restricciones y cierres perimetrales adoptadas por Alberto Núñez, que, pudiendo acogerse a las dulces comparaciones que le permite su gestión, frente a casi todas las regiones españolas, optó por la responsabilidad de reconocer que esta batalla dista mucho, aún, de estar ganada.