La lechera, la viruela y la vacuna

Francisco González, Jefe de Servicio de Oftalmología del CHUS EN VIVO

OPINIÓN

Miguel Sierra | efe

08 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba de comenzar la vacunación contra el covid-19. Esta no es la primera campaña de vacunación que se realiza ni será la última. Según cuenta el epidemiólogo americano Victor Heiser en su libro La Odisea de un Médico, publicado en 1941, ya los textos sánscritos hacen mención de las cualidades preventivas de la vacunación, aunque este hecho permaneció olvidado hasta que, a finales del siglo XVIII, el médico inglés Edward Jenner se dio cuenta de que una lechera con las manos infectadas por las úlceras de una vaca con viruela se libró de contraer esta enfermedad. Este hallazgo lo comunicó a la Real Sociedad de Londres, pero fue rechazado. Con el tiempo se reconoció su hallazgo, pero hizo que surgiera una tormenta de controversias en pro y en contra de la vacunación, tal como está ocurriendo con el covid-19.

Heiser dirigió una campaña de vacunación de la viruela en las Filipinas a principios de 1900, y relata sus experiencias en ese libro. En 1905, el primer año de la campaña, se vacunaron 1.678.767 personas. Llama la atención que uno de sus mayores problemas fue precisamente el rechazo a la inoculación de la vacuna. Cuenta que en una ocasión un afamado profesor de Harvard llevó a sus hijos vacunados a un hospital con enfermos de viruela para demostrar que no contraían la enfermedad. También relata que España inició a principios de 1800 un programa de vacunación contra la viruela en Filipinas, pero que la falta de organización y de fondos hizo que fuese interrumpido en muchas ocasiones y fuese inefectiva. Durante su campaña, Heiser se encontraba frecuentemente con personas que se creían inmunes y a menudo tenía que tolerar que caciques influyentes no se vacunasen. También tuvo que luchar contra una idea extendida de que la lanceta con la que se inoculaba la vacuna estaba infectada intencionadamente con lepra, por lo que todos los vacunados se morirían.

En algunas ocasiones, la oposición a la vacuna era tan violenta que tenían que retirar urgentemente a los vacunadores. En otras ocasiones la retirada era por las amenazas de muerte que recibían. Ocurría también que los habitantes de los poblados solían huir de los vacunadores. Estas actitudes se fueron revirtiendo cuando pudieron comprobar su efectividad y la vacunación se fue aceptando sin oposición. Sin embargo, y a pesar de estar vacunada una gran parte de la población, en 1918 se produjo un nuevo brote de viruela que terminó con unos cien mil muertos.

Finalmente, en 1980, la viruela fue erradicada. Con la campaña de vacunación del covid-19 probablemente ocurran situaciones similares.

La erradicación del covid-19, si llega a conseguirse, va a llevar tiempo. Lo mismo ocurrió con la viruela. Es posible que aún después de la vacunación continúe habiendo casos de covid-19 y alguna epidemia. También es posible que la vacunación produzca casos de efectos adversos, e incluso alguna muerte. Pero esto no debe ser un argumento que envalentone a los negacionistas de las vacunas.

Las vacunas han salvado a millones de personas de la muerte y muchos más millones de enfermedades altamente discapacitantes. Afortunadamente podremos seguir utilizándolas para erradicar la pandemia actual.