La verdadera ventaja de un acuerdo de «brexit»

Enrique Feás INVESTIGADOR SENIOR ASOCIADO DEL REAL INSTITUTO ELCANO

OPINIÓN

26 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo viernes el Reino Unido, que políticamente ya estaba fuera de la Unión Europea, saldrá también económicamente. Los efectos del brexit se mostrarán por primera vez en toda su extensión.

El acuerdo anunciado el jueves 24 es una buena noticia, porque mantiene un mínimo nivel de integración comercial. La cesiones parecen razonables, incluso en materia de pesca: la alternativa no era el statu quo, sino la pérdida total del acceso tanto a los caladeros como al mercado británico. Pero no conviene engañarse: es un brexit duro, muy lejos de las ventajas de la pertenencia al mercado único en materia de servicios y libre circulación de personas.

El azar ha querido que una mutación del virus nos anticipe los atascos que le esperan al flujo bilateral de mercancías en Dover. Desde ahora, los bienes van a tener que detenerse en frontera para comprobar su origen y, en algunos casos, someterse a inspección. El acuerdo evita los aranceles, pero no la burocracia, muy perjudicial para el sector agroalimentario o el del automóvil, cuya rentabilidad está condicionada a los tiempos de entrega.

Los problemas en el sector de servicios serán serios y no se resolverán con este acuerdo básico. Los transportistas solo podrán hacer trayectos directos entre el Reino Unido y un punto de la UE, sin paradas intermedias. Si la Comisión considera que la estructura de propiedad y control de IAG no garantiza el carácter europeo de Iberia, ésta perderá la posibilidad de realizar trayectos europeos o españoles. Muchas empresas de servicios profesionales verán reducidas sus posibilidades de negocio por problemas de visados y de reconocimiento de títulos. Las entidades financieras y de seguros no podrán prestar servicios directamente, sino solo a través de costosas filiales. El turismo británico empeorará su acceso al mercado español en términos de duración máxima de visados, fiscalidad, seguros, costes y frecuencia de transporte aéreo y hasta precios del roaming telefónico.

En una Europa plenamente integrada a nivel productivo y con importantes flujos de servicios y capitales, la verdadera ventaja de este acuerdo no es solo que reduce el daño a sectores cruciales como el agrícola, el pesquero o el del automóvil, sino también que mantiene abierto un canal de negociación y un espíritu de cooperación para seguir profundizando en la relación bilateral. El acuerdo rebaja el caos, pero no es más que el principio de un largo y tortuoso camino que, en medio de una grave crisis económica, necesitará del pragmatismo y sentido común que solía ser tan característico de los británicos.