La vacuna de ARN de Pfizer

Manuel Luis Casalderrey
Manuel-Luis Casalderrey RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

DPA vía Europa Press

16 nov 2020 . Actualizado a las 09:23 h.

LaLas vacunas tradicionales se basan en el empleo de virus o bacterias atenuados o inactivados, capaces de generar efectos inmunes (anticuerpos) que defiendan el organismo en caso de posterior infección. Sin embargo, la vacuna anunciada por Pfizer y su socio alemán BioNTech es una vacuna de ARN (ácido ribonucleico), un ácido nucleico distinto del más conocido: ADN (ácido desoxirribonucleico).

Las vacunas que, como esta, utilizan únicamente una parte del virus (el coronavirus SARS-CoV-2 tiene una secuencia de ARN), en teoría son más fáciles de fabricar y el proceso de obtención es más rápido. Al sistema inmune se le enseña solo una parte del agente patógeno, por lo que existe el riesgo de que se confiera inmunidad parcial, pero parece que no es el caso de la de Pfizer, que es una vacuna de síntesis y no de organismos debilitados.

Un aspecto importante de esta vacuna es el relativo a su conservación, distribución e inyección, ya que ha de mantenerse a entre -70 ºC y -80 ºC (La vacuna de la gripe está en nevera).

Quizá la sustancia más adecuada para mantener la vacuna a esa temperatura, sea el dióxido de carbono (CO2) sólido, conocido como nieve carbónica o hielo seco, que sublima (pasa directamente de sólido a gas) a -78,51 ºC.

Antes de la existencia de frigoríficos y congeladores al alcance de casi todos, el hielo seco se empleaba como refrigerante de alimentos porque, al sublimar, no deja residuo líquido (como ocurre con el hielo del agua) y, por lo tanto, no deteriora los alimentos.

El CO2 sólido se emplea en espectáculos para crear una atmósfera de niebla (el gas sublimando) que, con las luces, crea escenas mágicas.