Nadie gana

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

Intervención de Joe Biden
Intervención de Joe Biden JIM LO SCALZO | EFE

05 nov 2020 . Actualizado a las 08:31 h.

Aunque este miércoles todavía no se había proclamado un vencedor en las elecciones norteamericanas, los resultados y los estudios detallados de perfiles de voto que ya conocemos nos cuentan algunas cosas interesantes sobre el significado de estos comicios. La primera constatación es lo mucho que se parece el mapa electoral del 2020 al del 2016. Incluso si Trump pierde estados que ganó entonces, como Míchigan, será por un margen tan pequeño como el que le permitió ganarlos hace cuatro años. Esto quiere decir que su electorado, en líneas generales, le ha permanecido fiel. Y también que, al final, sí existía un voto oculto que los demóscopos no supieron ver, con la excepción de un par de encuestadoras que iban a contracorriente.

La otra constatación es la sorprendente debilidad de los demócratas. Al margen de si al final Biden logra la presidencia, está claro que no ha convencido. Que, frente a un rival como Trump, detestado y ridiculizado por la prensa de forma casi unánime durante cuatro años, Biden tan solo haya logrado un resultado ligeramente mejor que el de Hillary Clinton en el 2016 es asombroso. Pero quizás no se trate del candidato sino del partido. El miércoles seguía en el aire el Senado, que los demócratas contaban con conquistar con cierta facilidad, Más ominosamente aun, estos estaban cediendo terreno en la Cámara de Representantes frente a los republicanos. Es un mal augurio para Biden, si al final se alza con la presidencia: en dos años, cuando se celebren las elecciones de mitad de mandato, podría quedarse sin las dos cámaras, y su mandato estaría muerto nada más empezar.

Puede que parte de este relativo fracaso de los demócratas se deba a un análisis erróneo de la realidad. Es aquí donde el detallado estudio del voto que ha hecho la CNN resulta muy revelador: a pesar del foco de su mensaje, Biden ha perdido apoyo entre las mujeres (excepto las blancas sin estudios), entre los latinos y los afroamericanos. Si ha logrado compensarlo ha sido, paradójicamente, gracias al influjo de hombres blancos sin estudios, un grupo vilipendiado por los demócratas cuando hace cuatro años votó en masa a Trump. Y el movimiento del voto latino hacia el presidente (no muy grande, pero significativo) no ha sido solo cuestión de los cubanoamericanos anticomunistas de Miami; Biden también ha perdido muchos apoyos entre los latinos de Ohio y Georgia, por ejemplo. El único grupo importante en el que los demócratas han mejorado claramente es el de los jóvenes (en Wisconsin les votaron dos de cada tres). Pero, sin la ayuda de los mayores de 65 que han abandonado a Trump, ni siquiera esto habría compensado las pérdidas entre otros grupos demográficos.

Pero no hace falta decir que si Trump al final no retiene la presidencia será el mayor perdedor de los dos. Ganar a las encuestas no es suficiente si no se ganan las elecciones, y, para un presidente norteamericano es humillante no conseguir un segundo mandato, porque es lo habitual. Quizás sea este el broche que merece esta campaña olvidable: la derrota, aunque sea de distintas maneras y en distintos grados, de ambos candidatos.