Ludolandia

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

27 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo contemporáneo se ha convertido en una especie de Ludolandia desde que Internet nos dio a escoger entre el conocimiento o el entretenimiento. Mayoritariamente el planeta se decantó por entretenerse y proliferaron exponencialmente los negocios del ocio. Las grandes empresas se apuntaron al carro y fomentaron el desarrollo de un mundo basado en la distracción; del pan y circo pasamos al Netflix y comida preparada como hábito prominente del ciudadano global que se acabó infantilizando para regocijo de los señores del aire, hacedores de todos los ocios. El ocio se popularizó y el conocimiento se encareció por falta de seguidores.

La semana pasada leí que el Gobierno está pensando subir el IVA de los libros porque son bienes de consumo de clases altas, así lo afirmaba un informe según el cual el 70% del beneficio fiscal de los libros y la prensa lo disfrutan la clase media-alta, que son los que más dinero se gastan en estas cosas. Quedé ojiplático tomando conciencia de que todo lo antes dicho ya no es una reflexión, sino una verdad que comienza a legislarse en Ludolandia.

Es sencillo: si te queda un mínimo de inquietud intelectual te lo tienes que pagar a precio de oro porque resulta que eres un aprovechado ciudadano de clase media-alta que se gasta el dinero en leer a bajo precio. Toda una injusticia para con la clase media-baja que solo gasta en teles colosales, móviles recién salidos del horno, cuotas de plataformas de entretenimiento y demás actividades que la acaban condenando a seguir siendo «clase baja», porque ni quiere ni puede leer un libro o el periódico para poder pensar y opinar con libertad. El gravamen tenía que ser al revés para poder escapar de Ludolandia.