Sí, deberían rebajar el IBI para no agravar más la crisis

Gregorio Izquierdo DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS (IEE)

OPINIÓN

25 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta crisis está siendo muy dura para los arrendadores que ven caer sus ingresos (menores tasas de ocupación, mayor morosidad y renegociación de contratos) sin poder ajustar apenas sus gastos (intereses, mantenimiento, jurídicos o reparaciones). Por si fuera poco, el legislador con ocasión de la pandemia impuso al colectivo de los arrendadores diversos supuestos de condonación o moratorias de rentas y desahucios para apoyar al colectivo de arrendatarios.

Bajo la premisa de «ayudar a quien ayuda» parecería totalmente justificado que se hubiera apoyado fiscalmente a los arrendadores a los que se fijó la obligación añadida de apoyar a sus arrendatarios, pero no se hizo. Parecía razonable que una hipotética situación de vulnerabilidad de un arrendatario fuera soportada directamente por la colectividad y no solo por su arrendador, que también sufre la crisis, y que, en no pocos casos, está con pérdidas, que en los casos más extremos devienen incluso en quiebras.

El problema es que a diferencia del Impuesto sobre Sociedades o sobre la renta personal que no se tributa cuando estamos en pérdidas, el IBI se paga incluso aunque haya pérdidas en los negocios o en la explotación de los inmuebles objeto de gravamen, lo que en la práctica le confiere un carácter confiscatorio, ya que supone tributar por un beneficio inexistente y por lo tanto a cuenta de capital.

Llegados a este punto, parece aconsejable considerar estas circunstancias por nuestros ayuntamientos y que se exonere de gravamen de IBI en los casos de sujetos pasivos con pérdidas, o que como poco reduzca el IBI en proporción a la pérdida de renta padecida por los inmuebles. Estos alivios debieran fijarse a los inmuebles de negocio y no solo para los inmuebles arrendados. Un precedente es el del ayuntamiento de Madrid que ha reducido en un 25 % el IBI en los meses de estado de alarma de los usos más afectados.

Esta modulación reglada en la aplicación del IBI tendría el mismo efecto positivo que los estabilizadores automáticos en el resto de impuestos, que no es sino amortiguar el efecto de la crisis sobre los contribuyentes, y resulta factible, ya que los ayuntamientos son el único agente en superávit agregado y tienen fuertes remanentes positivos sin gastar por el acierto de la última reforma de la ley de estabilidad, de los que no se me ocurre mejor uso que conceder apoyos fiscales a sus contribuyentes que sirvan para no agravar la situación, que en el fondo es la primera condición para anticipar la recuperación.