Brevería. Coleta y coletudo

DOKTOR PSEUDONIMUS EL ZAGUÁN DEL SÁBADO

OPINIÓN

10 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Supongo que no necesito explicarles la razón por la que el término coleta aparece con tanta frecuencia en la actual crónica política española. Otras cosas no sabrá D. Pablo pero es un artista de las técnicas de autopromoción. Pero esta brevería no va tanto de política como de lenguaje. Significando rabo, cola viene desde el latín cauda y el diminutivo coleta el diccionario de la RAE lo define como “mechón en la parte posterior de la cabeza que solían dejarse los que se cortaban el cabello para que les sirviese de adorno”.

Pero el significado del adjetivo coletudo ya no es tan inocente. El mismo diccionario lo define como “descarado o desvergonzado”. Dice también que fue prenda de arrieros y aún lo es de los toreros. Y una vez más uno se sorprende de la clarividencia del lenguaje. Porque cuando al maestro le falla la muleta o el estoque se “corta la coleta”. Algo que no suele ocurrir en el político cuando le fallan los votantes. Y uno no puede evitar acordarse de una copla que se cantaba en el franquismo. “En el camino de El Pardo/ algo antes de la ermita hay un letrero que dice: / ¡Maricón, el que dimita!”.

Pásatelo bien contigo mismo

“Teño medo dunha cousa que vive e que non se ve” , dijo Rosalía: Y esa cosa es ahora este virus que todo lo trastorna. El que nos prohíbe besarnos, abrazarnos o reunirse a más de seis personas. Confinarse es una obligación moral que tenemos con los demás pero también con nosotros mismos. Pero eso no significa necesariamente la soledad. El prójimo que tenemos más próximo es uno mismo. Alguien con quien no solemos hablar demasiado. Y ahora tenemos ocasión de hacerlo. O por lo menos de intentarlo. Esta es la consigna: sácale su jugo a las cosas sencillas de la vida cotidiana. Sin violentar su ser ni ahuecar la voz. Desde muy lejos nos llegan unos versos de Borges: “ A mi solo me inquietan las sorpresas sencillas,/ Me asombra que una llave pueda abrir una puerta/ me asombra que mi mano sea una cosas cierta.../ me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa/ y que la rosa tenga el olor de la rosa”. San Ignacio de Loyola recomendaba “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Y hoy como ayer los poetas son quienes nos ayudan para mantenernos en pie. Pero hay que saber elegir. No en vano alguien dejó dicho que “la lectura de poetas menores figura entre los peores suplicios del infierno”. Y sin olvidar jamás que una persona culta ya no tolera nunca ni una poesía que gime ni una prosa que grite.

Pedro y Pirro

Pedro sin currículum sigue anunciando una y otra vez el final de la pandemia. Pero el virus sigue poblando UCIs y multiplicando esquelas. Y uno no puede evitar recordar a Pirro, rey de Epino, quien después de la victoria de Heracles (281 a.C.) dijo: otra victoria como esta y estaremos perdidos para siempre. Y desde entonces llamamos pírricas a esta clase de victorias