
Los trabajadores de Alcoa adoptaron como himno la canción Eso que tú me das, del recientemente fallecido Pau Donés -que también luchó hasta el final-, para agradecer todo el apoyo recibido de la población de A Mariña en los últimos cuatro meses de movilizaciones. Supieron combinar la lucha obrera para salvar la fábrica con la sensibilidad poética del cantautor y pusieron a todos la carne de gallina este pasado domingo tras la marcha multitudinaria convocada en Xove con coronas de flores encargadas por cada uno de los ayuntamientos. También el Gobierno central y la Xunta se posicionaron de su lado definitivamente.
Alcoa está sola. La estrategia empresarial no sabe de sensibilidades afectivas, de identificación con una sociedad, aunque por algún tiempo pareciera que sí. Responde a los números. Y desde hace meses la fábrica de A Mariña se viene desangrando; semana a semana perdiendo más de un millón de euros (a tenor de lo que argumenta el presidente de Alcoa en España), y mes a mes, desactivando 6-7 cubas desde primeros de marzo. Se han dejado morir ya entre 42 y 49 cubas en electrolisis, el corazón de la planta de aluminio.
Álvaro Dorado, que sustituyó en la presidencia de Alcoa en España a Rubén Bartolomé, tras dirigir este último las operaciones de venta de las plantas de A Coruña y Avilés, venía advirtiendo desde mediados del pasado año que era necesario un marco energético estable porque producir aluminio primario así en España «era inviable». Lo repitió tantas veces que sonaba a estribillo de canción. (Hay que recordar que aún hoy seguimos sin estatuto y sin un precio competitivo para la energía).
Comenzó entonces la silenciosa cuenta atrás de Alcoa en la fábrica de San Cibrao desactivando cubas, a manera de peculiar cronómetro. Y sobrevino además la pandemia del covid-19 paralizando el mercado mundial. Desplome del aluminio, sobreproducción y precio imposible en España: la tormenta perfecta y un problema ya de mayor calado, estructural. De difícil solución.
Alcoa anunció el cierre de la planta y un ERE para unos 500 trabajadores; luego, con la presión de los trabajadores y de las administraciones, planteó un ERTE. El proceso de venta no dejó de ser una opción forzada, pero nunca un pez chico se comió al grande. Y Alcoa no tenía interés en dejarse comer.
Ahora parece que se hayan intercambiado los papeles. Los trabajadores defendiendo la fábrica y evitando que se apaguen las cubas porque saben que sería irremediable. No olvidemos que es la única planta ya que produce aluminio primario en España, considerada estratégica durante el estado de alarma. Confían aún en que el Gobierno intervenga con más decisión (ayer supimos que planteó a Alcoa comprar la planta de aluminio para la SEPI, obteniendo la negativa de la multinacional).
Nadie quiere pensar todavía en el cierre. Como Pau Donés, pelearán hasta el final. Y no hay que olvidar que el embalse de lodos rojos de la refinería de alúmina tiene capacidad para un máximo de 5 años. Es verdad que se ha advertido a la Xunta y se ha solicitado permiso para una posible actuación, como es cierto que de momento no se ha tomado ninguna decisión.