Silenciarse

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

28 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

De aquella tarde de sofá y lecturas tenues brotó una lección difícil de mantener en estos tiempos de conexión constante: el silencio es a veces lo único necesario para comunicarse. Ocurre pocas veces y es tan precioso llegar a un estado de afasia locuaz con quien tienes delante...

Y pasear durante horas sin sentir la presión de llenar los huecos porque ha pasado demasiado tiempo y quizá empieza a incomodarse. Que lo natural sea no dar señales de vida durante un par de días y de pronto, volver a conectarse. Que no haya acritud en el saludo porque está claro que todo el mundo necesita ese ratito -algunos un poco más que un segundo- para tomar aire y desenchufarse. Que sea el segundero el único compañero sonoro durante toda esta tarde de hacerlo todo y no hacer nada en el que a pesar de todo, sabes que ahí hay alguien.

Que lo cómodo sea no hablar, porque todo está tan claro que solo fluyen las palabras -y de qué modo- cuando son realmente importantes. Y que cada frase cuente, que no sea una línea de relleno en el guion de esta vida de redes sociales y emojis que de tan fatuos, se vuelven asfixiantes. Remontar el vuelo cabalgando sobre el sonido de otra página, de otro sorbo de cerveza, de otra rama a punto de curvarse. Ojalá este mundo aprendiese lo elocuente que es, de vez en cuando, silenciarse. Que la nada es a veces lo más importante.