El bicho se queda
A estas alturas, imagino que cada uno se habrá hecho su composición de lugar respecto a lo que le espera tras el verano. Yo les expongo la mía, que no es precisamente optimista. El bicho se queda. Si alguien confiaba en que el virus desapareciera de nuestras vidas o quedara reducido a la mínima expresión, puede abandonar ya toda esperanza. Tres semanas de agosto han sido suficientes para comprender que mantendremos una tasa alta de contagios y fallecimientos por el covid-19 como mínimo hasta que haya una vacuna segura y eficaz. Y, teniendo en cuenta la cantidad de tontos de capirote que van por ahí diciendo que no se la pondrán de ninguna manera, ni siquiera cuando esté lista y se distribuya por todo el planeta estará asegurada la erradicación o la contención de la pandemia. Solo obligando a toda la población a vacunarse so pena de cárcel se conseguiría el resultado óptimo. Y, como afortunadamente no vivimos en Corea del Norte, no lo veo viable.