Aquel 31 de diciembre

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

05 ago 2020 . Actualizado a las 08:58 h.

Ahora que se llevan las ucronías y que las distopías andan por la estantería del drama tras abandonar la de la ciencia ficción, reconforta transportarse a una fecha cierta y recordar qué esperábamos aquel día del mundo.

Pongámonos en el 31 de diciembre pasado, con su propensión a los balances y a las predicciones. Las personas tendemos a buscar patrones que nos referencien un mundo que enseguida se vuelve oscuro, así que aquellas uvas últimas transcurrieron entre bromas porque arrancábamos otros locos años veinte y todos nos proyectábamos con los flecos puestos y una larga boquilla entre los labios. Imposible predecir en la uva siete cuán de locos iban a ser en realidad los nuevos años veinte; se sabe que la historia ocurre dos veces, primero como tragedia y segundo como farsa, y puede que esta vez el devenir esté corrigiendo a Marx y se haya alterado el orden de los factores.

Pensemos en aquella noche con un charlatán a los postres y una bola de cristal entre las peladillas. Un chamán que nos anticipara este nuevo orden, confinados, con la mascarilla puesta, desprovistos de certezas, enfrentados a una nueva realidad sin turistas, con viejos aislados, moribundos que reciben solos a la parca, un mundo tan diferente que llegó de súbito y que ha barrido al viejo de esa forma implacable que tan bien describió Zweig cuando hablaba del otro Gran Cambio. En la nueva realidad hasta el rey de España huye de España a un lugar secreto.

Quién nos lo iba a decir mientras comíamos las uvas y resultaba imposible predecir qué iba a ser de nuestra vida. ¿Te acuerdas?