Las ciudades y el post covid-19

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

21 jul 2020 . Actualizado a las 09:00 h.

La población está organizada en ciudades. Sobre ellas se concentra la mayor parte de los habitantes del planeta y sus niveles de atracción y de aglomeración van en aumento. La aparición del covid-19 ha supuesto un notable cambio en el comportamiento de los ciudadanos, generando numerosas incertidumbres sobre los patrones de futuro. Algunos informes de instituciones internacionales lo han definido como un parón global súbito; en tanto que otras subrayan varios ámbitos en lo que concierne a los grados de incertidumbre. A modo de ejemplo, citaremos que se desconoce la duración total de la pandemia y de los propios procesos de confinamiento, ya sean de nacionales o locales; no se precisa la delimitación del distanciamiento social, dados los desiguales tratamientos; la severidad de las diferentes regulaciones sobre la seguridad es disímil; la capacidad de los trabajadores desplazados para conservar el puesto de trabajo es desigual; el impacto a medio y largo plazo provocado por los cierres de empresas y el consecuente desempleo es variable; la reconfiguración de las cadenas de suministro globales y el alcance de los procesos de deslocalización es incierta; y los efectos sobre los intermediarios financieros están aún por definir. Todo este enumerado de posibilidades ha requerido un urgente posicionamiento institucional de los gobiernos, a través de los planes de recuperación y reconstrucción económica y social, a la vez que se reclama una cooperación internacional más fuerte y solidaria.

Las ciudades han sido las principales afectadas por la pandemia. Han tenido que reaccionar, sin poseer las competencias asignadas; y se han visto obligadas a presentar planes de choque, sin disponer de fondos económicos adecuados para ello. La mayor parte de los gobiernos municipales han sabido ponerse al frente de las demandas ciudadanas y contribuir a mitigar las escaseces y los efectos más duros sobrevenidos por la paralización de casi toda la actividad económica. Ayuntamientos, como el de Ferrol o el de Lugo; de Vigo o de Santiago; por poner ejemplos, han reorientado sus presupuestos para paliar las repercusiones de ámbito social, familiar y empresarial de sus respectivos entornos.

Ahora ya conocemos los efectos de una pandemia. Se saben las repercusiones y se puede estimar el daño causado. Resta, entonces, plantear respuestas coordinadas desde la perspectiva sanitaria y económica. Esto es, estrategias de crecimiento inclusivo y de potenciación de oportunidades que permitan controlar los posibles rebrotes y plantear planes económicos que refuercen la imagen de marca-ciudad.

La experiencia pasada nos ha enseñado que la pandemia acelera y agrava las desigualdades; por eso, cualquier alternativa de las ciudades pasa por cuatro ejes. El primero, es la re-definición de los nuevos usos de los espacios públicos y los equipamientos sociales. Es la gran oportunidad para potenciar usos adaptados a la nueva realidad: más local y más descentralizada, impulsando los usos diversificados en lo tocante al trabajo, la vivienda y el ocio; mejorando la calidad de vida de los barrios y fomentando soluciones de movilidad sostenibles. En segundo término, hay que fortalecer el ecosistema innovador y la creación de plataformas digitales. Esto es, propiciando las actividades online como complemento a la situación real, movilizando las capacidades de innovación de las ciudades y dando respuestas a los nuevos retos como la sanidad, los modelos de trabajo, la ciberseguridad y las infraestructuras, acondicionadas a la nueva realidad. En tercer lugar, definir acciones para formar y atraer talento. Se efectúa potenciando estrategias para fortalecer modelos educativos que permitan alcanzar mejores habilidades personales, adecuadas a las demandas actuales, para aumentar la empleabilidad de las personas. Y, finalmente, en cuarto lugar, alentar la creación de clústeres de conocimiento e innovación a fin de posicionarse pro-activamente en el panorama internacional reforzando las políticas de localización.

En definitiva, las ciudades poseen la gran oportunidad para postularse como focos de atracción de talento, para ajustar las funciones de oferta y demanda de los servicios; y como nuevos stakeholders en la reorientación de objetivos de una gestión más eficiente y sostenible con mayores niveles de control social.