Otro pequeño paso para el hombre

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

SPACEX

21 may 2020 . Actualizado a las 09:03 h.

Mientras aquí abajo seguimos en la Edad Media -guerras, hambrunas, pestes que provocan un pánico irracional-, las cosas se ven muy diferentes a 408 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre. Desde la Estación Espacial Internacional no se distinguen las fronteras entre países, no se aprecia la contaminación y el confinamiento obligado de los astronautas tiene un objetivo científico, no es una medida utilizada al albur de las circunstancias -ahora no, ahora sí, ahora por turnos, después con cita previa- por unos políticos que ocultan su irresponsabilidad e ineptitud tras una cortina de restricciones y recortes de los derechos más básicos.

A esa burbuja que es la ISS llegarán la próxima semana, si todo va bien, Bob Behnken y Doug Hurley, los dos primeros astronautas que viajarán a bordo de la cápsula Crew Dragon. La misión no ha tenido hasta ahora mucha repercusión mediática dado que la atención está focalizada en el berenjenal global en el que nos han metido, pero supone un hecho trascendental: es el primer vuelo de una nave espacial tripulada construida por iniciativa privada. La NASA impulsó el programa tras la retirada de los transbordadores en el 2011 y varias empresas recogieron el guante, entre ellas Boeing y SpaceX. Finalmente, la compañía de Elon Musk inaugurará esta nueva era de la exploración espacial comercial, que permitirá además a EE.UU. no depender de las Soyuz rusas para alcanzar la plataforma orbital.

La Crew Dragon será impulsada por el cohete Falcon 9, de 70 metros de altura (como un edificio de 23 pisos) y capaz de volver a la Tierra y aterrizar en una plataforma para ser reutilizado. Hace un año tuve la oportunidad de visitar el Kennedy Space Center, en Cabo Cañaveral (Florida), y allí caes en la cuenta de lo que es un cohete: un cilindro gigantesco cargado con decenas de miles de litros de queroseno y oxígeno líquido altamente inflamables, con unos motores en su parte inferior. Sobre esa bomba irán Behnken y Hurley a más de 640 kilómetros por hora, para dar otro de esos pequeños pasos que, como dijo Armstrong, son grandes saltos para la humanidad. Y mientras, aquí abajo con mascarilla.