La geografía y el coronavirus

OPINIÓN

11 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La geografía científica, además de un conocimiento explicativo y estructurado del mundo, tiene como objeto la búsqueda de correlaciones espaciales entre las diferentes variables analizadas, para establecer regularidades que, una vez demostradas empíricamente, aportan principios aplicables a la interpretación y la planificación territorial. Al menos eso es lo que debería ser, aunque a menudo deviene en simples descripciones más o menos científicas. Pues bien, este prolegómeno tiene como fin explicar el título que he puesto a este artículo. El hecho es que hace días que vengo observando algunas correlaciones geográficas en la concentración y la expansión del coronavirus. Ahora, algunas observaciones de este tipo han sido publicadas en Estados Unidos.

La primera es la relación entre el clima y la expansión del virus. Se había dicho en el comienzo que el virus se propagaba más fácilmente en los climas templados y en los más cálidos la difusión era más lenta, con un supuesto limite en los 28 grados centígrados. Otros después negaron este extremo. Pero si observamos el mapa de España vemos que las regiones donde la incidencia relativa es menor son las más cálidas: Andalucía, Murcia, Canarias y en cierto modo Valencia. En Estados Unidos se observó la misma relación al comparar los estados de California y el de Nueva York. Si esto fuera así sería una buena noticia para África, donde la carencia sanitaria es casi total.

La segunda correlación observada es la existente entre la densidad de población y la difusión del virus: las ciudades con mayor densidad ofrecen un espacio proclive al contagio, por el incremento de las relaciones interpersonales y la cercanía de los flujos diarios. Hay dos casos paradigmáticos: Nueva York, el principal foco expansivo es la ciudad americana más densa; y Los Ángeles, donde empezó pero con crecimiento lento, es el exponente de la ciudad extensa o difusa. No sé si en España esta relación es tan clara, pero en las mayores densidades urbanas están los principales focos, y los más expansivos.

La tercera variable es el tamaño de las ciudades. A la vista de los datos, y eliminando los factores distorsionantes, parece que la pandemia arraiga principalmente en las áreas urbanas de mayor tamaño, siendo entornos más protegidos las ciudades intermedias o pequeñas, siempre que estén alejadas de los focos de contagio.

Y hay una cuarta relación: la distancia. Es la más simple: los modelos de difusión espacial establecen que el grado de expansión del virus disminuye a medida que aumenta la distancia del foco emisor, y viceversa. Por eso, los espacios periféricos e intermedios en relación con los focos iniciales fue donde la expansión empezó antes. Se exceptúa el caso de Aragón.

En Galicia, como estamos lejos de los focos, como no tenemos grandes ciudades, como la densidad urbana es media, y como la población que más crece es la de las áreas periurbanas, de baja densidad en general, nuestra geografía juega, una vez más, a nuestro favor. Lo del clima de momento no es tan evidente. Si a la geografía sumamos la buena gestión que desde la Xunta se esta haciendo de la crisis sanitaria actual, habremos de concluir que somos afortunados.