Debate sobre el cuarto estado de alarma en el Congreso. No votó en contra. No votó a favor. No hay nada peor que te abstengas y que tu abstención sea irrelevante. ¿Nadie le dice a Casado que cada vez que sube el tono se nota más que ha perdido la partida? ¿Nadie le susurra al oído que si utiliza palabras más gruesas solo está subrayando su impotencia ante Sánchez? La ruta hacia el insulto delata tu condición de derrotado. Menudo camino que lleva el PP desde que llegó al mando el joven abogado de sonrisa franca. Está haciendo un máster acelerado en equivocarse. Por no hablar de los que eligió para que lo rodeasen. Más que rodearlo, parece que lo tienen cercado y alejado del sentido común de la gente de la calle. Está escrito que cada vez se parece más a Hernández Mancha por su irrelevancia. Y a pulso se está ganando ser directamente Hernández Mancha en la historia del PP. Esa presunta estrategia del voto en el estado de alarma (se ve que Casado nunca ha jugado al mus) se la reventaron el día anterior Ayuso y Feijoo, que lucen la misma camiseta, abriéndose a una negociación con Sánchez. El PNV y Ciudadanos remataron en desastre lo que pretendía el líder empequeñecido del PP. Casado es mucho más que la cabeza visible del segundo partido en diputados. Es el jefe de la oposición en este país y no termina de estar a la altura de tamaño pedestal. No puede meterse en un charco de amenazas en las que termina él enfangado, porque jamás se amenaza si el ataque no se puede llevar a cabo. En política y en cualquier faceta de la vida. Amagar es un desastre. Encima, en el universo PP Casado cada vez es más una ecuación sin resultado. Otros factores del partido cobran una relevancia que hunde todavía más las expectativas de futuro de Pablo Casado. Ayuso, en su papel de Magdalena penitente y como líder visible del ombligo del Reino, lo eclipsa. Pero no es la única. Núñez Feijoo, desde Galicia, sigue siendo para él una amenaza fantasma. No hay que irse tan lejos, también en Madrid el hiperactivo Almeida tiene más presencia positiva en los medios que Casado. Y también le hostigan desde Andalucía. Cada vez que Juanma Moreno brilla como el sol del sur deja a su jefe de partido oscurecido en la sombra. Si sigue etapa a etapa esta penitencia, Casado no será el que escriba la novela del futuro del principal partido de la oposición en España, la teórica alternativa de poder. Necesita que le aconsejen ya alguna victoria. Parecía que el joven lo tenía todo. Desplegaba en su cara un abanico de sonrisa, buenas maneras, pero está empeñando todo su crédito en liderar Vox en vez del PP.