El Trinche juega en casa

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

09 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A los 8 años mi hijo se puso la camiseta del Trinche Carlovich y ya no se la quitó. Sigue jugando con su nombre e idolatrando la genialidad de ese tipo raro, de apariencia huraña que desmonta todos los tópicos del futbolista. El rosarino que jamás jugó en primera, que nunca llevó la camiseta de la selección argentina, pero al que todos en su ciudad recuerdan como el mejor de la historia, por encima de Maradona. El zurdo al que Marcelo Bielsa fue a ver todos los sábados durante cuatro años seguidos solo por el placer de observarlo haciendo magia con el balón. El del doble caño, uno para impactar y otro para humillar. El que le dijo no a la selección del 78 de Menotti porque tenía que ir a pescar. El mismo que, después de ser expulsado con una tarjeta roja, tuvo que ser readmitido por el árbitro ante el abucheo de los aficionados. El Trinche que hizo leyenda el fútbol potrero, el que nació en la calle y el que se desboca por la pasión, se murió ayer de esa misma manera extraña en la que vivió. Después de que un tipo le robase brutalmente la bicicleta. Una gambeta. La mala suerte y la tierra de los malos golpes se lo llevó. El tiempo lo hará más grande y se recordará que Diego Armando fue el primero en rendirse a este hombretón desgarbado de medias bajas y melena al viento. El mundo llora al Trinche que sigue jugando en mi casa. El loco que nos enseñó la vida que hay en un balón.