Ojo al dato

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

Kai Försterling

19 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo serio es ahuyentar la tentación de ejercer de justiciero a posteriori, repletita como está Pandemia de sabios sobrevenidos que ahora ven bien lo que antes no vieron. Pero aún en el desconcierto de este terremoto de magnitud diez hay extrañezas que los días no disipan.

Está, primero, el colacao de los datos con muertos que aparecen y desaparecen e infectados que eran pero ya no son, o al revés, no me acuerdo. Cuesta entender la ausencia de método cuando el método existe para todo lo demás y aquí las rectificaciones tienen un efecto devastador para la moral de los confinados.

La especulación y sus designios, tan febriles cuando la peste acecha, serán la explicación pero que la octava economía del mundo haya tenido un problema de mascarillas escuece mucho en un momento en el que necesitamos confiar.

Tampoco acabamos de leer por qué los alemanes se testan y aquí los diagnósticos han sido tantas veces suposiciones, esperando los que hemos tenido una tos irrelevante que ese carraspeo haya sido un síntoma ligero de que la enfermedad ha pasado por nosotros sin diezmarnos y que nos ha inmunizado contra la muerte. Ahora que al parecer arrancan, veremos.

Luego está el frente de las residencias de ancianos, que ha dejado en evidencia una miseria previa a Pandemia, una red sustentada muchas veces en el lucro con las puertas cerradas y un débil control social. Es inevitable temer que enviamos a una generación a ratoneras sin puerta de salida, trampas que hoy son morgues en las que tantos viejos siguen cayendo como chinches sin que a veces tengan si quiera la consideración de víctimas. Veremos lo que queda por delante. Porque en el repliegue pueden aparecer nuevas miserias que en realidad ya estaban aquí.