El «talk show» de los ministros

OPINIÓN

Los ministros de Interior, Sanidad, Defesa y Transportes, en una rueda de prensa en la Moncloa
Los ministros de Interior, Sanidad, Defesa y Transportes, en una rueda de prensa en la Moncloa MONCLOA

17 abr 2020 . Actualizado a las 18:29 h.

Mucho antes de que existiesen las preguntas del dinero y del sexo de Broncano, España se rindió al éxito internacional de los talk shows. A falta de Oprah, en nuestra televisión intentaron adaptar el formato, con menor y mayor éxito, Ana Rosa Quintana, Ana Lozano y en TVE un tal Jaime Bores del que nunca más se supo. Pero quien realmente consiguió sacarle todo el jugo al drama de la gente de la calle fue Patricia Gaztañaga. Su diario, más guionizado que la última temporada de Juego de Tronos, se convirtió en una pieza indiscutible de las tardes de Antena 3 durante años. La receta era básica y salía muy barata: dejar que los invitados contasen su vida y si se ponían en ridículo o se echaban a llorar, pues incluso mejor.

El género ha renacido en plena pandemia. Miguel Ángel Oliver, mandamás de la comunicación en Moncloa y hasta hace nada presentador en Cuatro, es el artífice de la nueva edad de oro del talk show. Al menos dos entregas diarias que se emiten simultáneamente en cuatro o cinco canales y las webs de los principales medios de comunicación españoles. También en Twitter y en Facebook, por si alguien se aburría en el confinamiento y no sabía que hacer. Los invitados del «diario de Miguel Ángel» suelen ser ministros, dos para rellenar bien el plano y poder ocupar al menos 40 minutos de escaleta. Además, aprovechando que los medios le metieron caña por elegir él directamente las preguntas y no poder repreguntar, el gaztañaga de Sánchez puede ocupar otros diez minutos más con los periodistas preguntando desde sus casas. Conexiones en directo, justo lo que les faltaba al talk show del estado de alarma.

El contenido de cada entrega, como pasaba con El diario de Patricia, es más bien una excusa. Iban al plató por un motivo, pero en realidad hablaban de lo que les daba la gana. Que si mi novia me ha dejado, que la pandilla ya no me habla, he descubierto que mi amante es de mi familia o mi hija sale con un señor que me lleva a mí 15 años. Pequeños dramas del día a día que le alegraban la tarde a Patricia, a los directivos de Antena 3 y a unos cuantos que estaban aburridos en casa. Algo parecido ocurre con la cascada de ruedas de prensa ministeriales que se han puesto de moda en las últimas semanas. La cuestión es rellenar y hablar por hablar aunque no se cuente nada. Los titulares salen por casualidad. Y las respuestas brillan por su ausencia. No se callan, pero tampoco dicen nada. ¿Novedades? Las justas. ¿Medidas? Mejor se los dejamos para el presidente. ¿Datos? Normalmente ya están contados, porque en realidad la comparecencia diaria del comité técnico y alguna esporádica del ministro de Sanidad son las únicas que tienen algo de sentido.

Si esto se alarga un mes más, y todo apunta a que así será, llegará el día en que María Jesús Montero nos contará, desde ese atril de Moncloa con el lema Este virus lo paramos unidos de fondo, que en el colegio le hacían bullying porque no callaba ni debajo del agua y Ábalos, que una vez ligó por messenger y cuando quiso ponerle cara a su media naranja virtual descubrió que era la vecina del quinto. La ministra González Laya,emocionada, recordará el día en que lo dejó todo por amor y le salió rana y Pablo Iglesias nos dará todos los detalles de cuando su mejor amigo le traicionó y lo dejó plantado mientras cambiaba pañales. Poco les falta. Un auténtico sinsentido. Un circo innecesario. Y una pérdida de tiempo imperdonable.