El tiempo de la espera

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre LO QUE EL VIRUS SE LLEVÓ

OPINIÓN

Sandra Alonso

15 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Y cuando la tormenta haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida ¡No!, ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma que penetró en ella.

Y ahí estriba el significado de la tormenta». Haruki Murakami (Kafka en la orilla)

Vivo en la aldea y los rododendros, las calas, las glicinias, el verdecer de los carballos, los lieders de mirlos sopranos y el zureo de los pombos avisan la primavera. Pero esta no es una primavera normal, ni siquiera en el campo. Está deshumanizada, sin ruidos ni bombas de palenque, sin chavales rugiendo motores de virilidad por las corredoiras, sin la Vuelta a España pasando por delante del alpendre... Es distinta, y lo es tanto para nosotros como para los animales. Los animales están desconcertados. La perra no para de ventear rastros humanos, el gato duerme con un ojo abierto -no fía tanta calma-, los pájaros vuelan hiperactivos, los jabalíes se pasean por las ramblas barcelonesas, los ciervos por la playa de Sanlúcar, los conejos se adueñan de las rotondas y todos cruzan en rojo.

Es curiosa la vivencia del tiempo que nos produce el confinamiento. Todos los amigos a los que pregunté me confirmaron que se les pasa muy rápido. No deja de ser una paradoja que los habitantes del mundo instantáneo y apresurado perciban el tiempo del aislamiento como rápido. No hago nada, dicen, pero acabo cansado.

El psicoanalista Jacques Lacan nos dio un pista para entender cómo vivimos el tiempo. Según él, consiste en una secuencia de tres momentos: el de mirar para captar los elementos que se presentan como algo significativo; el de comprender lo que ocurre y entender cuál es nuestra posición frente a ello, y el de concluir respondiendo con un acto reflexionado o irreflexivo.

En el mundo efímero e instantáneo que vivíamos nos comíamos el segundo paso. Observábamos y pasábamos al acto sin solución de continuidad. Ese tiempo psicológico de la espera que permite pensar, comprender y analizar qué es lo que más nos conviene es el que habíamos perdido y ahora hemos ganado.

La percepción del tiempo no es una función psicológica sino una experiencia. La vivencia del paso del tiempo se alarga o se acorta según nuestro estado emocional. El tiempo de espera obligado por este coronavirus nos permite reflexionar y planificar la estrategia de futuro más sensata, tanto individual como colectivamente. Quizás porque estamos teniendo tiempo para pensar se nos pasa tan rápido y consigamos ver el futuro como una oportunidad de cambio y no como un muro donde estrellarnos.