Jueves de comadres

Isabel Olmos FIRMA INVITADA

OPINIÓN

EP

08 mar 2020 . Actualizado a las 12:30 h.

En 1975 la ONU comenzó a celebrar el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer. Pese al trágico suceso que dio origen a la fecha, no salimos a la calle vengativas, sino asertivas, elevando por encima de nuestras cabezas pancartas y banderas, gritando con fuerza lemas y proclamas.

Acabamos de pasar los carnavales en Galicia y los medios se han hecho eco de la celebración del jueves de comadres. Ese día cambian las tornas y somos las mujeres las que tomamos el poder. Su origen está en las Compitales romanas, durante las que se permitía el mundo al revés, cambiando brevemente, durante un día, el orden de las cosas. Me pregunto cuál es hoy el orden de las cosas.

La respuesta está también en el calendario. Allí encontramos nuestros días conmemorativos; por ejemplo: el 6 de febrero se celebra el Día Mundial de la Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina; el 30 de marzo, el Día Internacional de las Empleadas de Hogar; el 10 de mayo, el Día de la Madre; el 24 del mismo mes, el Día Internacional de las Mujeres por el Desarme, y el 28, el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres; el día 21 de junio, el Día Internacional por la Educación No Sexista; el día 25 de julio, el Día Internacional de la Mujer Negra, Latinoamericana y Caribeña; del 1 al 7 de agosto se festeja la Semana Mundial de la Lactancia Materna; el 11 de octubre, el Día Mundial de Fútbol para las Niñas; el 17 de octubre es el aniversario del sufragio femenino; el 19 de octubre es el Día Mundial del Cáncer de Mama y el 25 de noviembre, el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres y las Niñas.

Este batiburrillo de fiestas define nuestro estatus. Somos mujeres, pero nuestros órganos genitales no nos pertenecen. Somos madres y mamíferas; por eso la lactancia materna es nuestro objetivo y está internacionalmente protegido. Nuestra educación y salud están en entredicho; el deporte femenino, lo mismo. Somos trabajadoras, pero mayoritariamente poco cualificadas. Sufrimos violencia, aunque seamos pacifistas. Las mujeres africanas, latinoamericanas y las caribeñas lo tienen un poco peor, si no no tendrían un día internacional entero para ellas solas.

Es cuestión de tiempo. Llegaremos a viejas y viejos y podremos festejar juntos el día internacional de las personas de edad (en México lo llaman día de la anciana y el anciano). Será entonces cuando, pese a cobrar una pensión del 30 % menos que ellos, bailaremos juntos la conga en una residencia de la tercera edad, bajo la atenta mirada de nuestras cuidadoras, sufridoras de contratos precarios, que me temo que tendrán que seguir saliendo cada 8 de marzo a manifestarse, cueste lo que cueste y por mucho que les duelan los hombros o las piernas.