La regata catalana

OPINIÓN

Ricardo Rubio | Europa Press

29 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin contar el «España nos roba», este país de toros y flamenco, de quijotes y espadones, y de ferias y procesiones, le ha robado a la culta Cataluña algunos de sus inventos más sutiles. Citando a bote pronto me salen estos seis: la bovedilla catalana, que sustituye la piedra por ladrillo. El beber a la catalana, base del botijo ibérico. La crema catalana, que permite comer una baratija, servida en ruda cerámica, como si fuese un suflé de Solla en porcelana de Sèvres. La ronda catalana, en la que todo se paga -uicuique suum- con lógica tomista. Y la cuestión catalana, la gran matraca que permite iniciar y terminar todas las historias en el año 1713.

Pero esta inventiva, ya pasada, quedará oscurecida por la llamada «regata catalana», una genialidad que, por nuestra incapacidad para percibir lo nuevo, están desarrollando en Londres. Aunque todo se trabaja en secreto, me han filtrado que las universidades de Oxford y Cambridge quieren adaptar su célebre regata anual, iniciada en 1829, al Torra style. Y la reforma consistiría en que, en vez de cubrir 4 millas y 374 yardas del río Támesis, entre los puentes de Putney y Mortlake, con botes de ocho remeros en línea, se adoptaría una nueva embarcación, con dos filas remeros, que bogarán en sentido contrario. Gracias a este cambio sutil, las embarcaciones girarían sobre sí mismas, sin desplazarse de la salida ni llegar a ninguna meta, por lo que, en vez de medirse el tiempo de carrera, se contarían los giros que harían las traineras.

De esta forma -«¡Oxford 1.742 giros-Cambridge 1.803!»- todos los espectadores podrán ver la carrera completa, que incluso -piensan- podría celebrarse en el London Stadium -transformado en naumaquia- ante 70.000 espectadores sentados, que, para financiar la investigación de tan excelentes universidades, deberían pagar una carísima entrada. Estos cambios están inspirados en las vistosas mesas de negociación España-Cataluña, en las que los dos bancos laterales bogan en sentido contrario, para hacer que el procés gire a velocidades vértigo sin abandonar la salida ni alcanzar ninguna meta.

Es curioso que, lo que vemos en España como una simple matraca, cuyos giros solo sirven para producir un insufrible ruido, sea percibido en Londres como una innovación revolucionaria de la regata anual entre Oxford y Cambridge, que también sería aplicable, pagando la patente, a las carreras ciclistas, a MotoGP y Fórmula 1, e incluso a la Semana Santa de Sevilla, con el fin de transformar una competición lineal, que solo es observable en fugaces segundos e indescifrables imágenes, en una carrera de circo, visible en su totalidad, que podríamos observar durante un día o una eternidad, cómodamente sentados, sin perderle la cara a los competidores. Es lo que se llama en Oxford el Torra Style Competition -bodegón competitivo, en castizo-, que permite bogar o correr, ganar trofeos, izar banderas y escuchar himnos nacionales -también Els Segadors- sin abandonar la salida ni llegar a parte alguna. Un prodigio.