¿Tienen que ser seguir siendo anónimos los donantes de gametos para la fecundación in vitro?

El Comité de Bioética de España ha desatado la polémica al plantear que los niños nacidos por fecundación in vitro puedan saber quiénes son sus padres biológicos. Los especialistas están divididos

A Favor. El presidente del Comité de Bioética de España, Federico de Montalvo, explica que la propuesta de levantar el anonimato no es una mera ocurrencia, sino que el debate que está sobre la mesa lo abrió antes la Unesco. El argumento para defender ese cambio legal se basa en la Convención de los Derechos del Niño de la ONU, que reconoce el derecho a preservar su identidad, lo cual exige conocer sus orígenes. Pero como opción, no como obligación, matiza De Montalvo.

En contra. Sabela García Oro, doctora en Biología Reproductiva y embrióloga clínica. Reprocha al Comité de Bioética de España que únicamente haya tenido en cuenta los derechos del niño y no a los donantes y a los futuros padres que criarán al bebé. En su opinión, la propuesta hará caer en picado las donaciones, los tratamientos se encarecerían, las listas de espera serían eternas y la calidad de las donaciones disminuiría.


Las diferentes e importantes razones de una decisión esperada

El Comité de Bioética de España, máximo órgano consultivo de los poderes públicos en materia bioética, acordó a principios del 2019 incluir entre los temas a abordar el del régimen legal del anonimato en la donación de gametos para la reproducción humana asistida. Tal iniciativa que, al poco tiempo, se vio refrendada en cuanto a su necesidad y oportunidad por una consulta del ministerio sobre un borrador de declaración de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que aboga por la eliminación del anonimato, no es una mera ocurrencia del comité. Todo lo contrario, el debate acerca del anonimato o no en la donación de gametos está teniendo lugar no solo en varios países de Europa, muchos de los cuales han decidido eliminarlo, sino también a nivel global. Así, el Comité Internacional de Bioética (IBC) de la Unesco lo aborda también en un informe sobre el impacto de la evolución de las técnicas de reproducción humana asistida en los conceptos de paternidad y maternidad. En dicho informe, que se hará público en breve, el citado comité, integrado por 36 expertos independientes procedentes de todos los continentes, se propone también eliminar el anonimato.

 ¿A qué responde este movimiento no ya solo europeo, sino mundial? ¿Se trata de un mero intento de atacar o, peor aún, de acabar con la reproducción humana asistida? El citado movimiento que, como decía antes, ya ha supuesto que, de facto, se elimine el anonimato en varios países, responde a la importancia de la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas y los derechos ahí consagrados, entre los que se encuentra el de todos los niños a preservar su identidad, como también ha proclamado el propio Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y dicho derecho exige, indispensablemente, poder conocer a quien, no siendo obviamente el padre, es el progenitor.

El comité ha sido muy consciente durante la elaboración del informe del posible impacto que un cambio normativo de este calado puede tener, no ya en la industria de la reproducción asistida, sino en los propios deseos y esperanzas de muchas parejas que, ante la imposibilidad de tener un hijo por medios naturales, ven en las técnicas una opción para ver cumplidos aquellos. Sin embargo, tales intereses económicos legítimos y tales deseos no pueden suponer negarle al individuo -parafraseando al Tribunal Constitucional portugués que se pronunció hace poco sobre la cuestión- su derecho a la autocomprensión y a la construcción de su identidad, respecto de lo que los lazos biológicos (genéticos, epigenéticos y gestacionales) son fundamentales porque precisamente integran su historia personal. Además, como avala la literatura científica que se cita en el propio informe, en los países en los que se ha optado por acabar con el anonimato, la donación no desaparece, sino que en el medio plazo se recupera, cambiando, eso sí, el perfil del donante habitual por uno que la lleva a cabo por verdaderas razones de solidaridad con terceros. En todo caso, como ya ha tenido oportunidad el comité de transmitir a los diferentes organismos europeos, sería adecuado trabajar en un modelo de no anonimato para toda Europa.

Para concluir, es conveniente recordar que lo que el comité propone es que se le reconozca al hijo nacido de dichas técnicas su facultad de conocer o no conocer su origen biológico, no pretendiéndose construir un deber ni tampoco un derecho irrenunciable. Se trata de darle la oportunidad a todos, no de obligar. Y también recordar que la solución recomendada por el comité no olvida la posición de aquellos donantes que lo hicieron bajo un modelo legal de anonimato, con unas determinadas expectativas, por lo que la propuesta es sin efecto retroactivo.

Autor Federico de Montalvo Jääskeläinen Presidente del Comité de Bioética de España

15.000 niños cada año, ni uno menos

El reciente debate sobre levantar el anonimato de los donantes ha puesto en jaque un modelo reproductivo que lleva años dando excelentes resultados. De ser aprobada, la consecuencia directa de esta medida sería, sin duda, el descenso de las donaciones. En el 2017 nacieron en nuestro país 14.554 niños a partir de gametos/embriones de donante, lo que supone un 3,7 % del total de bebés venidos al mundo. Teniendo en cuenta estos datos, la pérdida de anonimato de los donantes pondría en serio riesgo el nacimiento de unos 15.000 niños al año. En un país con la tasa de natalidad en permanente descenso, es una cifra nada desdeñable. Estos datos, de vital importancia a nivel demográfico, no han sido tenidos en cuenta por el Comité de Bioética de España, que se ha centrado única y exclusivamente en proteger los derechos del menor, sin tener en cuenta que hay otras dos partes implicadas en el proceso: los donantes y los receptores, que serán, al fin y al cabo, los futuros padres. Sin acabar de comprender qué ventajas supone para un niño conocer su origen biológico (más que en los supuestos de relevancia clínica, ya contemplados por la ley actual), me asaltan las dudas sobre los progenitores. Muchos pacientes no desean desvelar que han recurrido a las técnicas de reproducción para tener un hijo y mucho menos que han necesitado un gameto donado, ¿quién va a proteger su intimidad? Resulta paradójico que se pretenda defender un supuesto derecho que nadie ha reclamado y que esto vaya a generar un problema donde ni siquiera había debate. De forma indirecta, esta medida supondría un replanteamiento en la estrategia reproductiva de las mujeres, ya que, por supuesto, no van a cesar en su empeño de ser madres. Los tratamientos se encarecerían, las listas de espera serían eternas y la calidad de las donaciones disminuiría. 

Ante tal situación, algunas parejas optarán por intentar agotar todas las posibilidades con sus propios gametos, a sabiendas de que no van a conseguir el resultado esperado y aumentando el desgaste emocional. Habrá mujeres que puedan desplazarse a otros países para agilizar el proceso (que no mejorar, ya que recordemos que España es puntera en medicina reproductiva) y surgirán las ya conocidas diferencias de clase. Y habrá quien no pueda hacer nada más que esperar, puesto que no tiene gametos o no puede utilizarlos (por diversos motivos). Esta situación no hace más que poner un nuevo escollo en el difícil camino que deben recorrer algunas parejas para poder ver cumplido su deseo gestacional. Y mientras esperamos al desenlace, celebramos la reciente aprobación del primer proyecto de edición genética con embriones humanos en nuestro país, con la esperanza puesta en que, tras este gran paso hacia delante, no nos hagan dar un salto hacia atrás.

Autor Sabela García Oro Doctora en Biología Reproductiva y embrióloga clínica
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