La vida recobrada

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Santi M. Amil

18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno se hace mayor, aunque a nadie le interese. Pero la vejez, como la juventud, va por dentro. Los hay que llegan a viejos sin haber sido jóvenes, y los hay muy jóvenes que aparentan por fuera una incierta senescencia. El carnaval, que abre telón en Galicia, tiene mucho de juventud. Y hace jóvenes a los de ochenta y a los de dieciséis. Es la verdadera primavera, esa que alguna vez nos olvidamos de vivir. Creo que ya he contado más de una vez la anécdota que, a la postre, se convirtió en una de las enseñanzas más fructíferas de mi vida. Sala de fiestas Paulino, Seoane, O Carballiño. Entonces todavía se bailaba en la pista, amarraditos los dos: esos períodos de música lenta en los que se fraguaron tantos matrimonios. Allí estaba yo, regordete y con escasas habilidades en el arte del ligoteo. Enfrente, la odalisca más hermosa que uno pudiera imaginar. Me acerqué a ella y, para mi sorpresa, dijo sí a la pregunta icónica: ¿Bailas? Mientras nos zarandeábamos al compás de una balada, le dije lo que siempre decimos los adolescentes cuando no sabemos qué decir: «Qué ojos más bonitos tienes». Ella me miró de arriba abajo, escrutando todas las posibilidades que otorgaba mi persona entonces. Detuvo el baile. Dijo, taxativa: «Bueno, hombre, bueno, lo importante es tener salud». Entonces comprendí dos verdades inescrutables: la primera, el axioma que ella pronunció. La segunda, que mi futuro nunca estaría ligado al éxito en mi trato con las damas. Y así fue.

Cuento esta intimidad porque este país, y en esta época, precisa humor. No lo hay, créanme. Ni en la derecha ni en la izquierda. Todo se toma a mal. Los políticos debían reírse más, incluso de sí mismos. Por eso es necesario el carnaval. Yo, que fui muy carnavalero y solo soy una sombra de lo que fui, reivindico la alegría. Tan necesaria. La alegría una y otra vez, como una oración que rezamos con fe absoluta. Humor frente a los totalitarismos del pensamiento, todos. Humor, que rima con entroido. Ya sé que lo he dicho muchas veces y que una más no importará: vivan y revivan los carnavales. Mastíquenlos. Jueguen con ansia el juego de la vida porque, aunque lo olvidemos, solo vivimos una vez. Ríanse de todo y de todos. Disfruten con los suyos y, si se lo permiten, también con los que no son suyos. Y recuerden la gran lección de Paulino, sala de fiestas: lo importante es tener salud. Recobrar el carnaval es pedalear encima de la vida.