El mundo al revés: los de Vox quejándose de que la tele pública ha blanqueado la cara de su líder. He aquí el objeto y sujeto de la queja: el rostro de Santiago Béla Lugosi Abascal, lo más parecido a un vaquero, o sea, a un rostro pálido, que haya en el Congreso. Si hasta presume de tener un revólver. El enfado de Vox es mayúsculo, como si los maquilladores, etcétera, de la tele pública fueran lakotas, cheyennes y arapajoes infiltrados a la caza de la cabellera, o la barba, del amado líder. Su misión: hacer de una entrevista en TVE el Little Bighorn de Vox. Quién sabe si al teniente coronel Abascal Custer le pusieron mucho blanco o lo traía puesto de casa, pero con este affaire dos cosas han quedado, perdón, muy claras. Una: que a excepción de un negro, los de Vox son de raza caucásica, pero con matices. O sea, su piel es blanca, pero no tan blanca como parecía. Y dos: que la tienen, la piel, demasiado fina.