Los imposibles EE.UU. de Europa

Francisco Espiñeira Fandiño
francisco espiñeira SIN COBERTURA

OPINIÓN

Kiran Ridley

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El día después del día B (de brexit) nos ha demostrado que las fronteras son de papel. Nada ha cambiado en las vidas de las personas. Los pobres siguen siendo pobres a los dos lados del canal de la Mancha y los ricos siguen haciendo sus negocios, posiblemente en algún paraíso fiscal. El eurotúnel sigue en pie y las cañas (o pintas) siguen costando lo mismo que ayer. 

Lo que sí ha cambiado, para mal, es el utópico sueño de crear un gran espacio común europeo, unos Estados Unidos de Europa que sirvieran como referente democrático, moral y económico para construir un mundo mejor.

Se ha ido la segunda economía de la UE. Hemos perdido a 80 millones de compatriotas europeos con los que tendremos que relacionarnos otra vez a través de la burocracia.

Volverán los pasaportes, los aranceles y los problemas que durante la última década habían dejado de existir. Olvidamos con frecuencia que el tamaño no importa. Al menos en esto. La UE se empeñó en crecer a cualquier precio porque algunos países necesitaban ampliar sus mercados. Pero sus cimientos se asentaban sobre arenas movedizas. Al Reino Unido solo le interesaban los negocios y el proyecto común le costaba dinero. Una mentira -como el España nos roba de los catalanes- que ha terminado por dar alas a los populistas y dinamitar el puente sobre el canal.

Europa vuelve a estar aislada y tendrá que reinventarse una vez más. Alemania ya no tiene más contrapesos que Francia, aunque Macron tampoco parece un líder sólido. El Reino Unido mirará a la Commonwealth (53 países) y a EE.UU. Perdemos todos. Sobre todo los que creemos en el sueño de una Europa unida. Lástima.