Pinocho en el Gobierno

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

29 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Puede que, como aseguró el presidente Sánchez, el ministro Ábalos «hizo lo que pudo para evitar una crisis diplomática» con Venezuela. Puede. Pero creó una tormenta social, una crisis política y, sobre todo, una crisis personal desde que se decidió a subir en el Falcon para encontrase con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, con acceso prohibido en el espacio Schengen por sanción de la UE al Gobierno de Maduro. Si nos fijamos, en los últimos días la nariz del ministro parece haber crecido de forma alarmante, se le ha redondeado y adquirido un color rojizo intenso. Como le ocurre a Pinocho, en el cuento de Carlos Collodi. Igualito.

Y resulta fácilmente comprensible, porque han sido tantas incongruencias del ministro, que los más afines y obedientes gustan de convertir en contradicciones y escasas explicaciones, que nos han descubierto a un Ábalos confuso, iracundo e irrespetuoso, quien además gusta de marcar a la prensa lo que debe ser noticia y lo que no. «Que si me reúno con uno de Venezuela o no... Importantísimo, ¿eh? Temas fundamentales para la sociedad. No vamos a entrar», dijo empachado de soberbia. Pues sí, tema fundamental el tener a un ministro Pinocho.

Es «importantísimo, ¿eh?» confundir; especialmente si lo haces como miembro de un Gobierno. Del yo no la vi, pasó al la vi solo un momento. Del no sabía que venía, al me enteré una hora antes. Del solo la saludé, al fui a pedirle que no bajara del avión. Y del no pisó suelo español, al solo para tomar otro vuelo. No se trata de no saber comunicar, ni se puede achacar a la bisoñez de los miembros del Ejecutivo. Ábalos tiene ya un largo recorrido y además la inexperiencia no es sinónimo de mentira. Ni tampoco a una campaña planificada de la derecha, porque si no hubiera mentiras no habría campaña.

Desde aquello de la guerra de Irak a la que, recordarán, España fue a recoger champiñones, hasta lo de la corrupción y los másters que se aprobaron pero no se hicieron, los socialistas vienen exigiendo, nosotros también, que la mentira se pene con la dimisión inmediata de quien la utiliza. Pues que se apliquen la lección.