Flujo conservativo

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Santi M. Amil

21 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tengo un amigo que desde niños cuando nos cogía una chupa de agua en plena calle y apretábamos a correr vociferaba: «No corráis, es inútil, la lluvia es un campo de flujo conservativo». Hacía referencia a que dadas esas características de la lluvia, corras o andes, el agua que recibes es la misma. Últimamente me acuerdo mucho de él porque no hemos acabado de digerir el roscón de Reyes, y la comisión de fiestas que cotiza en bolsa ya ha cambiado el decorado y puesto en escenario los Carnavales. De repente, en los chinos han desaparecido el espumillón y los adornos navideños y ha aparecido toda la tramoya del carnaval. Las superficies comerciales se llenan de productos carnavalescos mezclando Panetones con orellas entre restos de polvorones y turrón. Los cambios de temporada se solapan unos con otros sin tiempo de descanso, ni el cuerpo ni la cartera dan ya para más. Lo dicho, las fiestas y las temporadas ha adquirido las características de un campo de flujo conservativo del que no puedes escapar.

Hay que bajar el pistón, es imposible mantener esta velocidad de crucero y este expolio grupal sin acabar malamente. Adaptarse a una situación así tiene el precio de quedarte lelo, si siempre hay rebajas y fiestorros desaparece el tiempo de reflexión sobre lo que realmente te apetece y acabas corriendo tras el deseo del otro -que suele estar oculto en Silicon Walley-. Ahora que se respiran tiempos revolucionarios y cambios de estructura social, no estaría demás reivindicar el derecho ciudadano a celebrar las fiestas que le dé la gana y cuando le pete. En Vigo debería ser siempre Navidad, en Lalín dar cocidos todos los días, comerse la uvas en San Juan y las sardinas, con los pingüinos de Tordesillas. ¡Que fatiga!