Sistema inestable, coalición estable

OPINIÓN

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10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Por fin tenemos un gobierno de coalición, que como todos saben, ya es la fórmula más habitual en los países con regímenes parlamentarios. Si echamos la vista atrás y pensamos en los gobiernos de coalición que ha habido en las comunidades autónomas, también en la gallega, lo cierto es que la mayoría de ellos han acabado bastante mal.

Pero me gustaría destacar dos factores nuevos, de nuestro tiempo, que invitan a pensar que la presidencia que el miércoles comenzaba Pedro Sánchez puede tener más estabilidad y duración de la que algunos le auguran, y que dicha estabilidad está vinculada a la propia coyuntura: el multipartidismo y la inestabilidad del sistema.

El bipartidismo es enemigo de los gobiernos de coalición y en España construyó una contracultura hacia su formación en los gobiernos regionales. En Galicia, el BNG formó parte del Ejecutivo de coalición de Pérez Touriño con la esperanza de arrebatarle la primacía perdida al PSdeG, mientras este ansiaba tener un gobierno en solitario.

Cada sistema autonómico de formaciones políticas se construyó en España sobre el dominio de un partido y la búsqueda de primacía del segundo, en una tendencia bipartidista que primaba la competición sobre la cooperación. El primero que rompe esta lógica y en el cual ganan todos los socios es el valenciano de Ximo Puig.

El multipartidismo es el caldo que nutre las coaliciones, no solo por la necesidad numérica, obvio, sino porque aporta las condiciones que hacen fuerte la propia idea de coalición. Por ejemplo, cuando hablamos de estabilidad en el bipartidismo todos pensamos numéricamente en mayorías cuasi absolutas; sin embargo, cuando hablamos de estabilidad en condiciones de multipartidismo nos referimos a la consistencia de los acuerdos.

Dicho de otro modo, en el bipartidismo la estabilidad se gana electoralmente, en el multipartidismo se construye confiriéndole mayor valor al Parlamento. Y por eso, Sánchez puede ser más flexible que si tuviera mayoría absoluta en la construcción de la gobernabilidad, pero tendrá que mostrar que esa gobernabilidad es mejor que la que otros puedan ofrecer.

Y también por eso, no hay cabida para la más mínima quiebra dentro de la coalición, lo cual tendrá que aprender bien Iglesias. La ventaja de Sánchez-Iglesias es que los generadores de inestabilidad no han pensado todavía que la tormenta discursiva que promueven puede ser un aliciente para la estabilidad intracoalición; igual que cuando subes a un bote con el mar picado, nadie se mueve, ni de su sitio ni de su remo.