Hacia las puertas del «brexit»

Abel Veiga EN VIVO

OPINIÓN

Maria Pedreda

10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras tres años y medio de juegos y de despistes, veremos si Reino Unido consuma o no su salida de la Unión Europea el 30 de enero. Ayer mismo Leyden, la presidenta de la Comisión lo ponía en duda. Esperemos que no haya ya más prórrogas ni más paños calientes. Y es que de tanto estirar la cuerda esta ha terminado por quebrar. Quebrar para unos aunque se nos ha repetido hasta la saciedad que todos sufriremos las consecuencias.

Tomen nota los demás. También los propios, pues Reino Unido no debería desdeñar la fuerza del nacionalismo escocés, incluso a futuro la reunificación irlandesa. Un cóctel maquiavélico en toda regla y que solo ellos habrán de dirimir sin que la UE diga nada y haga algo. Johnson obtuvo en diciembre una victoria aplastante. Como fue en sentido contrario la derrota de un laborismo tan desdibujado como desconocido y hundido en la ambigüedad de la nadaría desnuda.

Los ciudadanos votaron con una finalidad clara, terminar con la ambigüedad del brexit. Johnson ha jugado los últimos meses a elevar el listón. Agravar las posiciones. Trinchera política. Cueste lo que cueste, política de big stick. Luego ya vendrá el realismo, no el de George Kennan. Tiene las manos libres. Veremos como juega esta nueva partida de póker ante Bruselas. Hace unos meses jugaba la carta de la libertad de circulación. Mas no se atreve a plantearse en voz alta un interrogante, ¿a quién dañaría más, a Reino Unido o al resto de países de la Unión? ¿Puede el país prescindir de esa mano de obra, de ese talento y de ese capital no solo humano, sino también económico? Sin duda no.

A día de hoy son más de tres millones los ciudadanos de la Unión residentes en el país. Y son casi millón trescientos mil los británicos que viven en países de la UE, sin contar con los miles de jubilados que añoran el sol, la dieta y la sanidad del Mediterráneo.

La política convertida en una parodia. Y en esta farsa, entre informes reservados y globos sondas, se afanan en Downing Street, filtrando a la prensa bravatas.

Un no deal, un brexit a las bravas, ha sido una posibilidad, pero pese a la irresponsabilidad absoluta de los políticos, y en aras de una mínima responsabilidad, no sucederá.

Del deadline de octubre al de enero de 2020. Económicamente el golpe sería catastrófico tanto en cifras macro como micro, consumo, empleo, cotizaciones... Solamente la hipótesis de laboratorio de un cierre de fronteras, de mercancías, bloquearía la actividad económica esencial. Sin embargo, nada debe dejarse al azar. Haría bien Bruselas en plantear el peor de los escenarios. Solo el caos de transporte aéreo, marítimo, ferroviario, el caos que puede suponer para la libra, para el sector de la banca de seguros y bursátil, y ahora, la última añagaza de Johnson de jugar con los residentes, sería inasumible por cualquier Gobierno, mediocre como los últimos que han pasado por Downing Street.