Renovación en el Berlaymont

Cristina Ares
Cristina Ares TRIBUNA

OPINIÓN

CLEMENS BILAN

27 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Se espera que el Parlamento Europeo respalde hoy al equipo con el que la presidenta Ursula von der Leyen tratará de defender el interés general de la Unión durante el próximo lustro. El nuevo Colegio de Comisarios se estrenará el lunes en Bruselas, concluyendo, con un mes de retraso, la renovación de la Comisión más accidentada hasta la fecha. En oposición a lo acontecido con Jean-Claude Juncker en 2014, la noche electoral del pasado 26 de mayo, vista la fragmentación de la Eurocámara -con independencia de las diferencias entre delegaciones nacionales, los grupos popular y socialista no logran reunir el 45% de los escaños (60% con los liberales, 67% añadiendo los ecologistas)- resultó imposible proclamar a uno de los candidatos principales (spitzenkandidaten) príncipe del Berlaymont.

A fin de no echar por la borda el sistema informal de Spitzenkandidaten en la primera tormenta, y evidenciar el absurdo de confiar la europeización de las elecciones europeas al comodín de la personalización de la competición sin verdaderos partidos europeos ni elecciones europeas distintas a la suma de tantas disputas domésticas como Estados, la propia Angela Merkel apoyó la carta Frans Timmermans-presidente, en un primer momento. Este mayo, el holandés había competido como candidato principal del Partido Socialista, desde una vicepresidencia de la Comisión. Desafortunadamente para sus aspiraciones sucesorias, en tanto que comisario, entre otros, de Estado de Derecho y Carta de Derechos Fundamentales, había sido la cara más visible del equipo saliente en sus actuaciones para la protección del Estado de Derecho en Polonia.

Tras la inesperada y peleada elección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión, en julio (https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2019/07/31/vuelto-democracia-cristiana/0003_201907G31P15991.htm), ya en septiembre, la renovación del Colegio de Comisarios tropezó con una insólita polémica acerca del nombre «protección de nuestro estilo de vida europeo» escogido para la cartera de Margaritis Schinas. Este hecho ponía en cuestión nuevamente los valores que constituyen la identidad de la Unión, según reconoce el propio Tratado, que en su artículo 2 destaca, entre otros, el respeto de la dignidad humana, la democracia, el Estado de derecho, la solidaridad, y la igualdad entre hombres y mujeres.

Como no hay dos sin tres, la renovación en el Berlaymont debió superar asimismo el rechazo del Parlamento, tras sus audiencias a los candidatos a comisarios -junto con los primeros nombres acordados con Hungría y Rumanía (que entraría en el guion habitual de una institución en proceso de empoderamiento frente a la Comisión y los gobiernos nacionales, como es la Eurocámara)-, de la profesora Sylvie Goulard, propuesta inicialmente como supercomisaria de mercado único, defensa, industria y espacio. La oposición a la francesa ocasionó el enfado cósmico de Macron, quien se sintió engañado por von der Leyen y los presidentes de los principales grupos políticos en el Parlamento.

«Ordeno y mando» no es el estilo de toma de decisiones a nivel europeo, pero este juego de nombres y sombras responde a los nuevos retos de una Unión, desde 2007/2009, más politizada. En lo que tiene que ver con las nuevas reglas, la creciente vinculación de la Comisión al Parlamento -primero solo a través de la elección del Colegio y la posibilidad de presentar una moción de censura y, a partir del Tratado de Lisboa (aplicable desde 2014 a este proceso), además con la elección de su presidente- no únicamente propicia tensiones como las anteriores en una Europa post-Gran Recesión y referéndum del Brexit, sino que exclusivamente da cuenta de la parte menguante de la política de la Unión, la producción legislativa bajo el método comunitario. A mayores de lo que podríamos argumentar sobre el Banco Central y el Consejo de Ministros, el Consejo Europeo, la jefatura de «Estado» colectiva del sistema político, no solo reina sino que también gobierna, sobre estas arenas movedizas, donde la devolución de competencias a los países ha dejado de ser un tema tabú. Deseémosle (la) suerte (que merece) a la primera Comisión von der Leyen.